lunes, 8 de enero de 2024

Dichosa Pascualita.

 Mientras desayunaba con Pascualita le hablaba para tenerla entretenida y no se tirara en plan bomba dentro de su taza de cola cao, se me nubló la vista: - ¡Aaaaayyyy, veo menos que un gato de plomoooooo! Tengo que ir a la óptica a por unas gafas...

Antes de acabar la frase, la sirena saltó y me puso perdida.Le hizo tanta gracia que repitió la jugada ¡La madre que la parió!

De pronto se hizo de noche. Y grité  como una posesa: - ¡Cotillaaaaaaaaaaaaaaa. No apague la luz, jodíaaaaa!

Mientras me desgañitaba oí la puerta de la calle y el saludo de la vecina: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¿A qué viene la escandalera, boba de Coria? - ¿Usted ha apagado la luz? - No - ¡Lléveme a la Onceeee, porfi! - Mejor harías quitándote el cola cao de la cara.

Fue un alivio volver a ver la luz del sol. 

Recordé que tenía que ir a la óptica y me llevé a Pascualita. Hacía buen tiempo para salir a dar una vuelta y no me lo pensé más.

Sentada en la óptica con Pascualita en el bolsillo de mi anorak, nos entreteníamos las dos viendo la variedad de monturas que estaban expuestas en las vitrinas.

Todo fue bien hasta que la sirena, curiosa, saltó de su escondite al mostrador por el que reptó acercándose a unas gafas que alguien se había dejado allí.

La sirena pegó los ojos a los cristales y se vio reflejada aunque ella no se reconoció ¡y atacó! Sacó su dentadura de tiburón a pasear y fue a por su "enemigo" lanzándose contra las pobres gafas que se apartaron de allí sin decir ésta boca es mía. ¡Menuda la que se lió! Las monturas volaban de una parte a otra de la tienda y yo no podía coger a la sirena porque daba bocados a diestro y siniestro.

Cuando, por fin, llegamos a casa solo recordaba la cantidad de euros que debía pagar ¡por todo lo que la sirena rompió! Y no me bastan los euros que tengo en la hucha-cerdito...

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