domingo, 14 de enero de 2024

Pillada in fraganti

Ojiplática estaba la Cotilla cuando pasé del balcón al comedor y me di de bruces contra ella. - ¡Huy, que choque! - ¿Se puede saber con quién hablabas? - ¿Cuándo? - ¡Ahora mismo! - Con usted jejejejejeje ... que pregunta más tonta. - Llevas un rato largo dando una especie de mitin a ... ¿el árbol? - Se le ha ido la mano con el chinchón, ¿eh, Cotillitaaaaaa? 

Me arreó una colleja made in abuela que estuve diez minutos largos haciendo palmas con las orejas. - También has nombrado a ¿esos del cuadro de la Santa Cena? ... Nena, tu estás muy mal. - Pero si son los doce de siempre... - ¿Y también hablas con la porquería esa que tienes en la cocina? - ¿Yo...? - ¡En la estanteria! Y le has llamado Pepe ¡Si es un llavero!

Pensé en cambiar las tornas y lo mismo pensó la Cotilla porque dijimos a la vez. - ¡¡¡BUSCATE UN NOVIO, JODIA!!! 

De repente el misil Pascualita se impulsó con su hermosa cola de sardina y pasó rozando los bajos del sudario psicalíptico de mi primer abuelito que gritó asustado - ¡Cuidado que lo estropearás! - El aterrizaje fue en el escote de la Cotilla que dio tal respingo, al notar la frialdad del agua de la pila de lavar del comedor, que se cayó de espaldas sobre las bolas de polvo congregadas para escuchar mi mitin y la costalada se amortiguó bastante. De todas maneras al vecino de arriba le faltó tiempo para aporrear mi puerta, gritando: - ¡¿Tampoco puedo dormir la siesta en paz, escandalosa?!

La Operación Venganza actuó ipso facto contra el melindres. - Abrí, de repente la puerta, tiré a Pascualita a la cabeza del quejica, la dejó monda y lironda antes de decir amén. Y se reincorporó, esta vez, a mi escote. Vamos, que fue un visto y no visto.

Cuando la Cotilla volvió en si no recordaba por qué estaba en el suelo. - Se le ha caído el dedal. - Ah... vale...

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