martes, 9 de enero de 2024

Vendavales tradicionales.

Los vendavales de enero empiezan a asomar la patita y en cuanto se abre la cristalera el comedor se llena de hoja muertas del árbol de la calle. Pero no puedo decirle nada porque canta misereres de la mañana a la noche.

- Lo único que me reconforta es que estarán en el Más Allá con tu abuelito - Se le ocurrió decir delante de la escoba. ¡Buena la hizo porque a la pobre le dio tal llorera que inundó la calle con sus lágrimas y tuvieron que venir los bomberos a achicar tanto líquido. 

No seré yo quién proteste porque vengan los bomberos. A falta de calendario que colgar en la cocina, no está mal echarles un ojo de vez en cuando.

Más tarde indagué a qué venía tanto llanto: - Nunca he sabido a dónde vamos las escobas cuando finiquitamos... ¡snif! ... Ahora lo sé... ¡snif!... ¡A barrer al Más Allá! Pero ¿cuándo descansaremos? ¡¡¡BUUUAAAAAAAAAAA!!!

Pascualita saltó de la pila de lavar del comedor al montón de hojarasca amontonado junto a la puerta de la cocina. Poco después salió arrastrando a Pepe el jibarizado y ambos jugaron de lo lindo entrando y saliendo del montón. La escandalera de la sirena la escucharon mi primer abuelito y los demás personajes. Ni la Cotilla ni yo tenemos acceso a eso, pero me bastó y sobró, oir al llavero jibarizado: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO - Ganas me dieron de  barrer y tirar a la basura las hojas pero ¡cualquiera las toca! 

Entre el árbol de la calle y la escoba me tienen frita. ¡Jopé, ya!

 

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