miércoles, 13 de noviembre de 2019

La pista de hielo.

¡Ya han puesto la pista de hielo de todos los años! Pienso ir cada día. Es una lástima que no haya espejos para poder ver mi cuerpecito serrano, tan elástico, deslizándose con toda elegancia, haciendo piruetas imposibles y viendo expresiones de admiración o de envidia cochina, en los ojos de quienes solo van a mirar.

¡Uf, que subidón de adrenalina tengo!  Ahora mismo cojo a Pascualita y nos vamos a patinar.

¡Ay,ay,ay,ay,ay,ay,ay,ay,ay!... - "¿Qué demonios has hecho, boba de Coria?" - He ido... a patinar... - "¿Por qué si nunca has sabido?" - Que sí... - "De ilusión también se vive, nena, pero a ti no te llamado Dios por el camino del patinaje... ¿Te has roto el brazo?" - Sí...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¡No me lo puedo creer! jajajajajajaja ¡Pensaba que te estabas quedando conmigo cuando me lo has dicho! jajajajajajaja - Las risas de las dos amigas llenaban todas las estancias de la casa. - "¡Pues hay vídeos del testarazo!" - ¡Que pena que ya no hagan Vídeos de Primera. Ganaríamos de calle! ¿También te has roto una pierna? - Sí... - ¡Jajajajajajajaja. Esta nieta tuya es la pera!

Me estaban poniendo de mal café éstas dos. - La culpa es del hielo... Debe estar adulterado (me costaba hablar porque tenía los morros hinchados de cuando me caí de boca) - ¡Jajajajajajajaja No es más tonta porque no se entrena!

El caso fue que al poner un pie en la pista de hielo patiné mientras trataba de mantener a Pascualita dentro del termo de los chinos. No pude agarrarme a nada y di con mis huesos en el suelo helado. Intenté levantarme, cosa harto difícil, cuando vi a la sirena deslizarse sobre la pista ¡Tenía que cogerla antes de que la vieran!

Conseguí enderezarme lo justo para volver a caer estrepitosamente. Fue la segunda vez que escuché un ¡crac! y ¡hale! dos huesos rotos. Repté por la pista y cada vez que tenía a la medio sardina a mano, movía las manita y se desplazaba lejos de mi. Empecé a gritar como un carretero ¡No tenía ni idea de que sabía tanta palabrota!

Finalmente pude cogerla por los pelo-algas y meterla en mi escote ¡Estaba helada la jodía! Después me cogieron a mi y me taparon la boca hasta que llegó la ambulancia y me metieron dentro.

Pascualita, al sentirse estrecha, me mordió en un pecho y yo grité como una descosida. Asustado, el chófer piso a fondo el acelerador y a punto estuvimos de entrar en Urgencias con ambulancia y todo.

Me han tenido ingresada veinticuatro horas, no por las roturas de huesos sino para estudiar ese pecho descomunal que me hace ir de lado. Nunca una teta ha sido tan fotografiada como esta mía.


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