domingo, 10 de noviembre de 2019

¡A votar!

¡La que ha liado Pascualita esta mañana! La Cotilla ha venido tempranito. Traía la nariz roja: - ¿Ahora trabaja de payasa? - ¡La madre que te parió, atontada! Hace un frío que pela. - ¿En serio? - Déjate de cháchara y prepara el café con leche que traigo ensaimadas. - ¡Hombreeeeee! Menos mal que se le ve un detalle.

Procuré que no se me cayeran las ensaimadas porque estaban tan duras que me hubiesen roto un pie. - ¿Estaba en la puerta del horno para coger las primeras, verdad? -  ¡La primera! pero no del horno sino del contenedor del súper. - Entonces algún dentista le paga una comisión por cada cliente que le traiga. - ¿Te estás cachondeando de mi?

Desayunamos, después de haber llenado varias veces las tazas porque las ensaimadas "se bebían" la leche en un periquete.

Al acabar, la Cotilla cogió su bolso. - ¿Qué? ¿Te vienes a votar? - Iré más tarde. - Si no tienes papeletas, te vendo unas del partido que quieras. - ¡Cotilla! - Tu no desciendes de los fenicios, boba de Coria.

Cerca del mediodía metí a Pascualita en el termo de los chinos lleno de agua caliente. La sirena, como ya está escaldada, no quería entrar ni a tiros. - ¡Que hace frío, jodía! - Finalmente la metí a presión y salimos hacia el colegio electoral.

Pues sí, hacía frío y llovía. Aceleré el paso regateando en las aceras a los ciudadanos que entraban o salían de votar.

Una vez que encontré mi urna me puse a la cola mientras sacaba del bolso el DNI. Entre eso, los dos sobres en las manos; intentando que no se notara el meneo del termo de los chinos que impulsaba la sirena; una señora que, detrás de mi, no paraba de preguntarme si era "aquí" donde debía depositar los votos, se abrió el termo, cayó el agua al suelo; las dos personas que me precedían patinaron y se dieron un costalazo de campeonato que inmortalizaron los aburridos periodistas.

Pascualita salió disparada a la mesa y salpicando las listas de votantes. Los de la mesa, asustados, se echaron hacia atrás cayendo de espaldas patas arriba. Los que no sabían qué pasaba, aplaudieron pensando que se trataba de un gag para entretener al personal. Y, de repente vi a Pascualita ¡DENTRO DE LA URNA!

¿Cómo había entrado? Ah... Del mismo modo, supongo, que lo hizo en la lata de sardinas en aceite donde la encontré.

He tenido que quedarme en el colegio hasta las ocho de la tarde en que han abierto las urnas. Lo malo es que tenía un sobre en la boca y no ha consentido que se la arrebate... Temo que sea un voto decisivo para alguno de los partidos... ¡Que cruz tengo con la dichosa sirena!




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