jueves, 28 de noviembre de 2019

Pascualita lesionada.

Hoy la Cotilla ha estado a punto de pillarme con Pascualita en las manos con esa manía suya de entrar a paso de carga hasta la cocina. Menos mal que suelta, a voz en grito, su saludo de: ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa!

Solo me ha dado tiempo de lanzarla a través del comedor, hasta el orinal aristocrático...pero he fallado por poquito y la pobre se ha estrellado contra el espejo del aparador. Ha quedado conmocionada y le he tirado un tapete por encima para que no se viera.

La Cotilla ha estado contándome que Bedulio ha ido a verla a la plaza donde se trapichea por la noche, para preguntarle sobre la aspirina... o algo así. - Creo que el pobre empieza a chochear. ¿A qué viene preguntarme sobre eso? ¡Ni que yo tuviera una farmacia! - ¿Y usted qué le ha dicho? - Que se vaya a freir monas. - Vaya. - Es que no era el lugar ni el momento de venirme con tonterías. Yo estoy allí para sacarme unos cuartos, no para escuchar cosas que no tienen ni pies ni cabeza.

Le repliqué: - En lugar de aspirina ¿no diría estricnina? - Me dio la impresión que le cambiaba el semblante. - ¿Qué es eso? - Un ingrediente para hacerle cocas al mi primer abuelito... - ¡Huuuy, que tarde se me ha hecho

Una vez sola, examiné a la sirena que seguía un poco grogui aunque unas gotitas de chinchón fueron mano de santo y "resucitó" Fue al levantarla cuando me di cuenta de que su hermosa cola de sardina estaba torcida  (se había lesionado)

Recordé las torturas malayas que me aplicó Toni, mi fisio, cuando me fastidié un pie y no dudé en ponerlas en práctica con Pascualita. La pobre se revolvía como una serpiente tratando de zafarse del tormento "reparador".

Pero, cuando toqué el punto sensible de la lesión, su cuerpo saltó como un resorte. Me escupió pero yo llevaba las gafas. Entonces recurrió a su última baza: ¡el mordisco, terrible, con su dentadura de tiburón! Y ahí se acabó el masaje porque mi mano alcanzó unas proporciones enormes.

Ahora vengo de ver a Toni, mi fisio. Le he dado tal mordisco que se le han saltado las lágrimas y ha dejado el suelo como un mar, con olas y todo... Que a gusto me he quedado, oye.

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