viernes, 28 de enero de 2022

Agua caliente.

 El gato fue adoptado por la Cotilla mientras pensó que se trataba de un cojín. Yo sabía que era alérgica a los gatos y se lo recordé. - Que raro que no le haya dado la alergia. - ¿A qué? Aún no ha llegado la Primavera. - A los gatos. - Pero si aquí no hay... ¿Lo dices por el cojín? jajajajajaja Que tontica eres, boba de Coria.

El caso es que el gato tuvo un existazo. De repente se puso de moda acurrucarse en él. Hasta las hojitas del árbol de la calle se soltaban un momento de la rama cuando el gato dormitaba al sol en el balcón y se colocaban dentro del "rosco" de pelo, tan ricamente.

El árbol estaba quejoso porque él no podía probar la "nueva moda" por su envergadura pero no así sus ramas que, encogiéndose, lo lograban.

Incluso los comensales de la Cena saltaban de su lugar en el banco donde se sentaban eternamente y caían sobre el gato que dormitaba al sol que entraba por el ventanal. 

Era todo tan placentero que, apunto estuve de dejarme arrullar por el minino. A quién no vi hacerlo nunca fue a Pascualita. Claro que, desde que le pongo el agua caliente, duerme todo el día.

Desde lo alto de la lámpara de velas, mi primer abuelito me lanzó un consejo: - No esperes a que el agua se enfríe o tendrás problemas. - ¿A qué agua te refieres? ¡Hey, no te vayas! - Un sudario espectacular cubría el ánima del abuelito que replicó mientras desaparecía: - ¡Tengo un pase de modelos y llego tarde! ¡¡¡Lo sientoooooo...!!!

Por fin los planetas, concienzudamente alineados dejaron de estarlo y ¡chocaron! Pascualita llegó reptando al comedor enseñándome los dientes ¿Qué quería decir eso? Humm... Por otro lado, el gato vino al comedor desde la cocina, maullando... ¿También quería decirme algo? Entonces se oyó: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! - mientras la Cotilla entraba en el comedor y fue a la única que entrndí porque nunca se me han dado bien los idiomas. El encontronazo entre ellos fue algo así: - ¡¡¡UN GATOOOOO. ATCHÍSSSSSSSSSSS!!! ¡¡¡MARRAMIAUUUUUUUUUUUUUUU!!! (a la sirena no se la oyó pero se dio a conocer su ataque: - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYMIAUUUUUUUUUU!!!

Más tarde, cuando el chinchón hizo efecto en la Cotilla y el gato y dormían a pierna suelta, quejándose aún así de sus muchas magulladuras, recordé que hacía horas que no  ponía agua caliente en el acuario...

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