martes, 18 de enero de 2022

Animales en el autobús.

 - "Lo que no han logrado los muchos milenios que lleva Pascualita campando en la Tierra, lo lograrás tu: ¡cargártela!" - Abuela, no sé de qué me acusas... - "Ni en la época glaciar pasó tanto frio mi pequeñaja ¿Tanto te cuesta ponerle agua caliente?" - ¡Se la pongo! - "¿Cuántas veces?" - Pues, cada vez que meto el dedo en el acuario y noto que se ha enfriado. - "¡Claaaaaro! Y cuando eso ocurre ya está la pobre sirena con el tembleque. ¿Tanto te cuesta acercarte a la playa y llenar garrafas de agua de mar?" - Voy cuando veo que le queda poca... - "¡Llena la casa de garrafas y ten siempre agua caliente preparada..." - ¡Que lo haga tu mayordomo inglés! - "¿Y cómo le explico el asunto? ¿Le hablo de Pascualita?" 

Todo esto me lo ha dicho por teléfono. - Y al final le he contestado: - ¡Llévatela a tu casa de una vez! - Pero no ha picado. Lo que si me ha dicho, ya más tranquila, es que me pasee con la sirena en autobús ahora que ya dejan subir animales. - "¡Y no me enredes más que me espera Andresito para ir a El Funeral que tenemos que colgar algunas fotos en la Pared de los Finados y corrernos una juerga en recuerdo suyo"

De todo lo dicho solo presté oído a lo de ir en autobús con un animal pero, quitado Pascualita, no tenía ningún otro porque las bolas de polvo creo que no cuentan como mascotas a pesar de que no hay casa que no tenga.

Me fui a la caza y captura de una mascota. Siempre hay perros o gatos deambulando por las calles sin que nadie les haga caso salvo la típica vecina que les pone de comer al pie del árbol de la calle.

Di varias vueltas por mi calle y solo apareció Bedulio pero, después de observarlo, decidí que no era el ser adecuado.

Ya iba a subir a casa cuando se me acercó un perro normal y corriente. Me olió y decidimos  que éramos compatibles. Fuimos a la parada del bus y nos sentamos a esperar. En cuanto me vio el chófer me dijo: - ¡Tu no entras! Vete con el puñetero rolls royce. - No he visto una persona más desagradable en mi vida... bueno sí, los chóferes de los siguientes autobuses que están hartos de que Geoooorge aparque en su parada.

A todo ésto, el perro no se movió de mi lado y cuando me levanté para irme, en vista del éxito, me puso una pata encima, asomò uno de sus colmillos y ladró. 

Ya se me está pasando el susto. Resultó ser un perro policía-buscador-de-droga. La Cotilla había hecho una infusión de hierbas que trae de sus trapicheos y tomamos varios vasos con chinchón. Cuando la vea le preguntaré qué clase de hierbas eran

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