jueves, 9 de septiembre de 2021

La amenaza.

 Sigue haciendo calor y yo estoy más contenta que unas Pascuas porque sigo yendo a la playa, de tapadillo para que la sirena no se me ponga farruca. 

Nadar me relaja mucho. Nado y nado sin pensar en nada. Surcando las aguas mediterráneas, hundiendo en ellas la cabeza, sintiendo como me refresca las ideas mientras yo sigo, sigo, sigo...

Al dar por terminada mi sesión natatoria me he acercado a un grupo de mujeres para la sesión diaria de Arreglemos el Mundo en un plis plás. Llevábamos un ratito disfrutando de la tertulia cuando ¡Aaay!, me ha mordido un pez en una pierna.

¡Jopé, que susto! He dado un salto digno de medalla de oro olímpica, saliendo disparada hacia arriba, sacando todo el cuerpo del agua, para volver a caer en el mismo sitio imaginándome la boca, enorme, de un tiburón con la dentadura completa.

Afortunadamente, el tiburón debía estar a sus recados, cosa que le agradecí enormemente. 

Al salir del agua con toda la dignidad posible (ninguna) escuché, perfectamente: - ¡Loplimelo! Suelta a Pascualita o, la próxima vez que nos encontremos, te arrearé un buen mordisco.

Corrí hacia casa. Las palabras del invisible pez (no pude verlo porque las olas enturbiaban el agua) resonaban un mi cabeza ¿Sería un sireno? ¿Cómo sabía que Pascualita está en casa? ¿Quién se lo ha dicho? 

Al llegar a éste punto, un letrero con luces de neón apagándose y encendiéndose en lo alto de un edificio, decía ¡LOPLIMELO!  

¡Los chinos!... Pero tampoco me cuadraba. Ellos no saben nada de la sirena. Entonces...

Al llegar a casa había un silencio extraño: - ¿Hola? - Ni siquiera Pepe el jibarizado lanzó su OOOOOOOOOOO. Tampoco la cristalera batió sus puertas, ni el árbol meneó sus hojitas... - ¿Pascualita? 

Estaba en el acuario, en jarras y con el ceño fruncido... ¿Sabía lo del pez?...

¡Vaya si lo sabía! - ¡¿Abuelito?! - Grité cuando vi el sudario rojo pasión escondiéndose tras la lámpara del comedor - ¡Chivato!

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