jueves, 30 de septiembre de 2021

¿Nos comerá?

 Que pejiguera es la gente. Ya se me han quejado varias vecinas (¡que mala es la envidia!) de que no paro de salir y entrar en casa para que se encienda la luz del rellano. - ¡Por tu culpa no vamos a ahorrar nada, jodía!

Les he contestado que se apliquen el sabio refrán que dice: -  Vive y deja vivir ¡Ya está bien de inquisidores, hombre! - Pero, ahora que no me oyen, es posible que me esté pasando un poco. Es que me hace mucha ilusión mirarme en el espejo de la entrada y preguntar a mi imagen - ¿Quien es la mujer más guapa de la escalera? - Entonces, salgo al rellano y ¡¡¡TACHANNNNN!!!, se enciende la luz iluminándome. 

Entonces mi primer abuelito, grita desde lo alto del ficus de plástico que adorna mi recibidor: - ¡¡¡TU, NENA. TU ERES LA MÁS GUAPA, LA MEJOR, LA ÚNICAAAAAA!!! - Que manera más bonita de empezar el día pero me temo que mis vecinas no oyen a mi abuelito.

Me he hecho el propósito enmienda y solo salgo al rellano cuando me voy a trabajar pero me he dado cuenta que el abuelito se queda frustrado cuando no puede demostrarme su pasión de abuelo. Así que buscaré un término medio: ni tanto ni tan calvo.

No he vuelto a hablar con el árbol de la calle desde la demostración de glotonería a cuenta de la bicicleta. Creerá que estoy enfadada con él y no es así. He querido salir al balcón a saludarlo y no he podido porque la cristalera no estaba por la labor de abrirse. - ¡Abrete, jodía! - Es mejor así, boba de Coria... - ¿Tienes miedo al covid? Llevo mascarilla, mira. - No es eso. A mi no me afecta el virus. - ¿Entonces...?

De repente, un caudal de lágrimas se escurrió por los cristales e inundó el comedor. Cuando las lágrimas me llegaban a la cintura, a la cristalera no le quedó más remedio que abrirse y las cataratas del Niágara se despeñaron hacia la calle calando hasta los huesos a Bedulio que pasaba haciendo su ronda.

Antes de que pudiera disculparme, la cristalera se cerro de nuevo y Pascualita saltó del acuario a mi escote donde se acurrucó. - ¿Tenéis miedo? (pregunté) - Si... El árbol arrima, poco a poco, su tronco al balcón. Será lo primero que se coma, después me comerá a mi... 

Se me pusieron los pelos como escarpias escuchando a la cristalera. Pascualita hizo la señal de OK con sus deditos palmeados. Desde lo alto de la lámpara del comedor, mi primer abuelito, dijo que si con la cabeza. Y yo me estremecí.

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