lunes, 20 de septiembre de 2021

El volcán de La Palma, que no de Palma de Mallorca.

Mientras Pascualita y yo, sentadas en el balcón, nos solazábamos con unos chichones on the rocks, se me soltó la lengua y hablé y hablé hasta que, a causa del calor, me quedé traspuesta...Ahora tengo la lengua metida en agua para que se le pase la hinchazón. Y ésto fue lo que, más o menos, le conté a todo el que quiso escucharme:

- Según cuenta la abuela, su madre tenía un ojo de pollo en un dedo del pie, que acertaba más el tiempo que haría al día siguiente que los de la tele ahora con tanto mapa y tanto colorín. 

- Ella sabía mirar el cielo, las nubes, el mar, las plantas. Donde yo veo unas hojas que se mueven y pare usted de contar, ella "leía" la información que transmitían. En fin, más de una vez he añorado tener un ojo de pollo, o callo, como el de la bisabuela porque los meteorólogos dicen: lloverá en Mallorca. Y claro, eso me tiene en un sinvivir. ¿En qué parte de la isla? ¿Me llevo el paraguas o no? ¿Saco las katiuskas o me voy en chanclas? En cambio la bisabuela si decía: Demá ploura... llovía en mi calle.

- Pues ayer volví a sentir la misma admiración que por el ull de poll de la bisabuela cuando el volcán de la isla de La Palma estalló después de que los vulcanólogos dieran de lleno en la diana. - Habrá una erupción volcánica (dijeron) - Y efectivamente, la hubo. Impresionante. Me quito el sombrero ante la Ciencia que ha conseguido que no haya desgracias personales entre las gentes de aquella tierra. 

- ¿Te imaginas, Pascualita, si los científicos tuvieran grandes presupuestos para sus laboratorios? No nos iba a toser nadie... - OOOOOOOOOOOOOO (dijo Pepe el jibarizado) - Quería que les hablara de la dejadez informativa que campa a sus anchas por algunas Redacciones de Informativos cuando dijeron que el volcán en cuestión había estallado en Palma de Mallorca. - OOOOOOOOOOOOOOOOO.-  Protestó Pepe y a su vez lo hicieron los comensales de la Cena, el árbol de la calle, la cristalera y hasta mi primer abuelito. Y yo, para remarcar la protesta, me marqué un zapateado.

Y para quitarme el susto brindé con chinchón por los vulcanólogos.

 

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