miércoles, 8 de septiembre de 2021

Loplimero.

El señor Li llamó a casa. - Holaaaaaa, nenaaaaaaaaaaaaaa... - ¿Nena? ¿qué confianzas son éstas? - ¿Mejol, Boba de Colia? - No. Mejor lo primero. - Ah,¿sí? Tú sel la-la... ¿tú sabel, Loplimelo? - Que complicados son éstros chinos...

Quería saber si la Cotilla podía venir a casa algunos días a la semana. - Sel mayol. Añolalse de ti... - ¿De mí? ¡Ni harta de vino! Pues no, no puede venir ningún día porque, aprovechando que estoy sola, he empezado a estudiar la Carrera de Fiscal General y Mayor del Reino. Son cosas complicadas, difíciles y se precisa mucha tranquilidad, silencio y buenos alimentos. Así que, hasta que me den el título, se la tendrá que quedar usted. - ¿Y cuando dal título, Loplimero? - Pues son veinte años de carrera, más los que repita... Muchos

A mi perorata siguió un silencio espeso que acabó con unos cuantos sollozos por parte del señor Li y alguien más. Pregunté: - ¿Está la Cotilla con usted? - ¡NOOOO!... snif.... snif... sel familia mia y tlabajadores de tienda... snif... - ¿Están constipados? - ¡NO! Desespelados...

En un arranque, me contó que nadie había vuelto a robar nada en su negocio pero que la Cotilla había montado una especie de oficina en el sótano donde se congregaban los ladronzuelos del barrio y extrarradios y le pagaban para escuchar la vida y milagros de su gurú Barcenas. Incluso había un altar dedicado a él. - ¿A que le ha puesto velas? (comenté, entusiasmada) . ¡Oh, si! ella quemal muchas velas y yo tenel siemple a mano, númelo de bombelos... 

Colgué dejándole con la palabra en la boca porque me estaba dando la risa. Después repartí chinchón hasta con los invitados a la Cena. ¡Que a gusto se está en casa!

 

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