martes, 21 de septiembre de 2021

De celebración.

 Como si la Dana que se ha instalado sobre Mallorca y Menorca hubiera entrado de sopetón en casa, así entró la abuela. Por cierto... ¿Dana? Antes gota fría y mucho más atrás, Tormenta de verano. Que ganas de marear la perdíz, jolines.

El caso es que la abuela subió los dos tramos de escalera a paso de carga, dejando al pobre Geooooorge, que venía detrás, sin resuello. Y no contenta con eso, olvidó la prudencia en su casa o la perdió por la calle porque, a pesar de llevar al mayordomo con ella, entró gritando: - "¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!"

De todas maneras creo que el inglés ni se enteró, bastante tenía con intentar llevar aire a sus pulmones. 

- "¡¿Dónde está mi chiquirriquitina bonitaaaaa?! ¡¡¡Mira que te trae tu mamaíta!!!"

Salí corriendo del cuarto de baño pensando que me había dejado la tele encendida. Cuando vi a la abuela paré en seco. Era toda una aparición: Pelo corto, erizado, con las puntas doradas de purpurina y el resto verde. Un enorme boá de plumas de marabú le daba dos vueltas al cuello como si tuviese anginas a lo bestia. Una mini falda con lentejuelas naranjas y los stil.letos de tacón kilométrico complementaban su "elegantísimo" look. No me atreví a preguntar si llevaba algo debajo del boá para no complicarme la vida.

- ¿Qué mamá? ¿Que chiquirriquitina? pregunté - " Pascualita y yo ¿quién si no? ¿No vas a vestirte?" - Me miré de arriba abajo. - Vaaaaale, me cambiaré las chanclas.

Geooooorge, muy solemne y con la respiración aún un poco acelereada, entró en el comedor llevando una tarta con 10 velitas encendidas. - "Cierra las cortinas y vuelve a la hora de comer" (ordenó la abuela)

Yo seguía sin caer en la cuenta de a qué venía todo aquello pero, en cuanto se cerró la puerta de la calle tras el inglés y la abuela corrió al acuario y cogió a una somnolienta sirena a la que achuchó, zarandeó e incluso, tirò al aire dándole besos y felicitaciones, lo entendí. El domingo hizo 10 años que Pascualita llegó a casa en una lata de sardinas en aceite.

Cuando intenté aproximarme a ella para tirarle de la pelambrera de algas (a falta de orejas) me enseñó su perfecta dentadura de tiburón la muy jodía. Así que, desde lejos por si acaso ¡Felicidades media sardina!

No hay comentarios:

Publicar un comentario