miércoles, 9 de septiembre de 2020

La nieta quiere irse lejos.

 Después de las lluvias de los últimos días el árbol de la calle ha desarrollado ramas nuevas que crecen con la fuerza de un titán. Y ayer llamaron a la ventana de la cocina mientras Pascualita y yo desayunábamos. Me asusté porque por allí no llama nadie. Después pensé que era una broma de mi primer abuelito. 

- No es el mejor momento ¡¿No ves cómo ésta dejando la cocina la media sardina?! - Ella siguió con sus saltos mortales al fondo de su taza de cola cao. Y el abuelito, que se me apareció sentado sobre el frutero, negó con la cabeza ser el autor de "la broma". - Perdona... ¿Entonces quién...? - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! - La Cotilla me miró. - ¿Has visto un fantasma, boba de Coria? - Sí... ¡No! es que han llamado a la ventana de la cocina. - ¿Has desayunado con chinchón? - En ese mismo instante se repitió la llamada. 

La Cotilla se puso blanca como la pared. - ¿No será... tu... primer... abuelito...? - Me ha dicho que no. - El color blanco se intensificó. - No juegues... con... esas cosas..., jodía... - Dio media vuelta y se fue a la salita diciendo: - Tengo algo mejor que hacer que escucharte.

Abrí la ventana y dos ramas nuevas entraron por ella. Eran expléndidas, llenas de hojas tiernas, verdes y relucientes. Me saludaron dándome suaves golpecitos en la cabeza. Fue todo un detalle. Y de repente me entraron unas ganas terribles de subirme a ellas e irme muy lejos.

De la salita llegaban ruídos sospechosos. - ¡Otra vez, no! ¡¡¡COTILLAAAAAAAAAAAAA!!! 

Efectivamente, la vecina estaba montando un nuevo altar dedicado a los Amigos de lo Ajeno. En éste caso, a su gurú más querido y por el que suspira todas las noches: Luis Bárcenas. 

Una foto suya presidía aquella mesita llena de velas. Las había desde restos de velones de las iglesias donde "límpia" los cepillos cada mañana, hasta velitas de cumpleaños. - ¡Al final será el mejor de todos! ¡No ha hecho nada, nada...! Y al pobre le rompieron el ordenador. Que sufrimiento el suyo... ¡Ayúdame a encender las velas! - ¡¡¡No, que me quemará la casa!!! - Pero la pirómana en potencia ya se había puesto manos a la obra. 

Corrí al teléfono y llamé a los bomberos. - ¡¡¡Vengan rápido, pero solo LOS DEL CALENDARIO!!!

 


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