jueves, 10 de septiembre de 2020

¡Cuanto estres... o escuatro!

 El árbol de la calle parece felíz. Debe sentirse como quien va al gimnasio y después de meses y meses de pagar cuotas, empieza a ver como aparece la tan deseada tableta de chocolate en el torso... A mi también me sale la tableta de chocolate pero de la nevera y me la como con pan. Ya sé que no es lo mismo pero está buenísimo.

El árbol se ha reforzado con las lluvias. Sus ramas se han estirado tanto que no para de llamar a los cristales de las ventanas de la cocina, la salita y el balcón. Ya me tiene cansada porque no paro de ir a ver qué quiere. He tenido que amenazarle con llamar a los de Parques y Jardines del Ayuntamiento para que vengan a podarlo "al cero". Desde entonces no ha vuelto a llamar.

El abuelito primero dice que he sido muy grosera: - ¡Pero si no me deja hacer nada! Cojo la escoba, me pongo a barrer y me llama; cuando vuelvo ya no sé donde he puesto la escoba o el trapo del polvo y me tiro media hora buscando. 

Después está Pascualita a la que no le gusta estar en la olla exprés y, en cuanto puede, salta a la mesa del comedor, de allí a una silla y de ésta al suelo, repta por la casa a toda velocidad y se mete donde menos me lo espero. Hoy, por ejemplo, se ha lanzado de cabeza al cubo de fregar. 

¿Cómo lo ha hecho? Pepe la cabeza jibarizada, me lo ha contado: - La sirena ha trepado, a pulso, por el palo de la fregona y desde allí se ha lanzado espectacularmente, al agua dulce con amoniaco que empleo para fregar el suelo. Pepe lo ha visto todo porque estaba encima del aparador y me ha podido  decir: OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO... 

- ¡Así no se puede trabajar! - le dije a Pascualita una vez que la saqué del cubo. Menos mal que acababa de saltar y no he tenido que hacerle el boca a boca. - ¡¿Te molesto yo cuando colocas bien las algas de la olla?!...  

La estaba reprendiendo a grito pelado cuando a mi espalda sonó: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿A quién estás riñendo, boba de Coria? - ¡Hablo conmigo misma, Cotilla! (y lancé con fuerza a la sirena a la olla) - 

Algo falló porque Pepe, convertido en chafardero oficial de mi casa que todo lo ve con su ojo-catalejo, dijo: OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO... - La Cotilla se llevó las manos a los oídos y sin pensárselo dos veces, agarró al llavero Pepe, entró en la cocina ¡y lo tiró a la basura!

Mientras, corrí a socorrer a Pascualita, a la que había estampado contra el espejo del aparador porque, con las prisas, había errado el tiro.

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