martes, 29 de septiembre de 2020

Semillas.

 La Cotilla vino con su carrito de la compra lleno de cajas de semillas de toda clase de algas. - ¡Caray! Se habrá gastado un pastón. - Sí, bueno... Me han hecho un buen precio... - El titubeo la delató. - ¡Se lo ha llevado por la patilla! - No puedo ver una cosa abandonada. Es superior a mi... - ¡Lo ha robado! - ¡Eso nunca, boba de Coria!. - ¿No serán de la tienda de los chinos del señor Li? - ¡Nooooooo! Estaban en su acera, solas y no delante de la puerta... - ¡Nos van a rajar cuando se enteren! - ¿Se lo vas a contar? - ¡Ni loca! - Pues, hale, ves llenando cacharros con agua de mar y arena que vamos a sembrar las semillas.

 Cuando ya no quedaron tapers, cacerolas, vasos, palanganas, platos hondos, etc. etc. etc. donde plantar semillas, ni espacio en el suelo ni en los muebles donde poner tanto cacharro,  me di cuenta de que la Cotilla llevaba rato desaparecida. La llamé a gritos hasta que un: - ¡Calla ya, jodía! - me orientó hacia la salita. Allí quedaba una mesa libre de semilleros porque la vecina estaba montando un Altar a los Amigos de lo Ajeno. Le faltó tiempo para homenajear a todos los absueltos del Caso Bankia. - ¡¡¡COTILLA, NOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

La discusión fue escandalosa, subida de tono y larga. Acabamos agotadas ¡y con las velas encendidas.!

Al salir al comedor noté que algo había cambiado. Hice un repaso: la mesa, las sillas, la vitrina, su contenido, el aparador, la Santa Cena, incluso los candelabros, estaban en su sitio pero... Ese pero era la X de la ecuación y mi agotado cerebro tenía todas las neuronas en la UCI después de la trifulca con la Cotilla.

Cuando ésta salió de la salita se detuvo en seco, levantó una ceja, luego las dos y por último dijo: ¡LAS SEMILLAS!

No quedaba ni una. Alguien se las había comido todas, dejando los cacharros rotos y tirados por ahí y el agua inundando la casa... - Mientras la Cotilla corría, despavorida, hacia la escalera gritando. - ¡¡¡HA SIDO TU PRIMER ABUELITOOOOO. SOCORROOOOOO!!! - vi a Pascualita intentando subirse a una silla para volver a su acuario pero, su enorme tripa, no se lo permitía...



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