miércoles, 4 de diciembre de 2019

Día de tormenta.

No me ha quedado más remedio que salir a comprar porque, para que no rompa la dieta carcelaria que me ha impuesto la abuela, el mayordomo deja vacía la nevera cuando se va después de prepararme unas acelgas al vapor.

Como llovía tanto ésta mañana el inglés no ha venido y he aprovechado para ir al súper. Me he llevado a Pascualita porque, desde que toma vitaminas parece que ha fumado hierba por la vitalidad que tiene y no estoy dispuesta a que destroce la casa si se queda sola.

Antes de llegar al súper he visto venir a la Cotilla y me he metido por la primera bocacalle que he encontrado. Huyo de ella porque es una confidente de la abuela y le va con el cuento de todo lo que hago.

Después de darle esquinazo por poco tropiezo con Bedulio ¡otro de que tal baila! Afortunadamente no me ha visto y he salido por pies, dejando atrás mi barrio y llegando hasta el Paseo Marítimo.

El olor a mar que llegaba a la sirena la ponía más y más nerviosa. ¡Empujaba el tapón del termo de los chinos para abrirlo y, si era posible, saltar hasta llegar al agua!

Una brutal ráfaga de viento me arrancó el paraguas de las manos y lo hizo añicos. Corrí a buscar refugio mientras luchaba contra los elementos y contra Pascualita que no cejaba en su empeño de escapar. ¡Y, de repente, lo logró con termo y todo!

De nuevo me atacó el viento y ésta vez me arrancó el termo del cuello y lo lanzó al cauce de Sa Riera que traía un caudal de agua espectacular. - ¡¡¡PASCUALITAAAAAAA!!! - grité despavorida. Tenía que salvarla y no me lo pensé dos veces. Busqué una bajada. Era muy peligroso a causa del barro y las plantas resbaladizas.

Todo se aliaba en mi contra. Caí al agua y me fastidié las rodillas pero, sacando fuerzas de flaqueza y jurando en arameo a grito pelado, conseguí sujetar la correa del termo enredada en unos matojos. Metí a Pascualita en mi bolsillo e inicié la subida mientras la tormenta trataba de impedírmelo. Pero lo logré. ¡Soy una super woman y hay pruebas de todo lo que digo! porque, al ponernos a salvo, vi a la amiga de la abuela, Conchi, haciendo fotos mientras en su móvil sonaba Paquito el chocolatero.

- ¡¡¡Conchi, Conchi, a ver las fotos!!! - ¿Qué haces aquí sin paraguas? - ¡¡¡Enséñamelas, porfi!!! - ¿Has visto que guapa está Sa Riera con tanta agua? - Pero no la escuchaba.

Miré y remiré la pantalla del móvil. - ¡¡¡¿Pero... dónde salgo yo?!!!  ¡¡¡¿Dónde estoy?!!! - Aquí, conmigo... Ya me ha dicho tu abuela que eres rarita... ¡Que cruz tiene contigo!


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