viernes, 13 de diciembre de 2019

Villancicos.

Al final mis estornudos van a servir para algo. Para presentarme a un Concurso de Villancicos originales: La letra y la música no lo son pero sí el modo de "cantarlos": estornudando. A ver quién es el guapo que mejora eso.

Por ejemplo, los Peces en el río o Noche de Paz, o Fum, fum, fum... Todo puede adaptarse y queda chulísimo. Y como desafino al cantar, así no se nota.

He pensado que Pascualita haga lo mismo y me servirá de contrapunto. Tendré que aguantarla cuando estornude porque, como siempre queda con la cara dentro del agua y el culo fuera, no he oído su voz o su graznido, rebuzno o cómo se llame lo que hacen las sirenas.

Esta mañana, mientras preparaba unas albóndigas, se lo he propuesto pero como estaba pendiente de comerse la carne picada, no sé si me ha entendido.

A la abuela le ha parecido fascinante que la sirena salga de casa y confraternice con la gente. - "Ella que es taaaan sociable, en seguida hará amistades" - ¿Te estás escuchando?

Por último hemos pensado meterla en un pesebre, escondida bajo la paja del establo del buey y la mula y que "cante" desde allí... Empiezo a pensar que me estoy metiendo en un jardín.

La abuela ha encontrado el lugar ideal: el belén de la Catedral. - "Allí su vocecita sonará como la de los propios ángeles... No sé si podré contener la emoción... ¡snif!"

A pesar de no haber logrado escucharla, la abuela la ha llevado a uno de los ensayos y a mi me ha tocado la tarea de ocultarla. Ha sido meterla entre la paja y empezar a estornudar, siempre dándose la vuelta, quedando su voz ahogada.

Tuve que ocultarme tras el pesebre para sujetarla por la cola. Pero se me escurría entre los dedos. Ya me estaba cansando y hasta he llegado a pensar que le tiene alergia al heno. ¡Que trajín!

De repente la tuve bien sujeta: esta vez no te girarás (pensé) Y en efecto ¡tuve éxito! Pero no el deseado porque de la garganta de la medio sardina salió un rugido que hizo que se tambalearan las paredes de la Catedral y se crujieran, todos y cada uno de los vitrales de las ventanas ojivales.

El silencio más absoluto se cernió sobre el magnífico edificio hasta que, de repente, se produjo la estampida cuando alguien gritó: ¡¡¡SOCORROOOOOOOOOO. UN TIRANOSAURIO REX!!!

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