lunes, 30 de diciembre de 2019

Las fotos.

Las luces de Navidad que engalanan las calles de Palma invitan a fotografiarlas y eso he hecho. He salido a pasear con Pascualita, metida en el termo de los chinos y con el tapón flojo por si quiere asomarse a ver el panorama de cuento de hadas que sugieren las bóvedas que crean las copas de los árboles en los paseos del Born y la Rambla, llenas de pequeñas luces brillantes.

Iba encantadísima, embobada, mirando al cielo cuando me he sentido inspirada y haciendo uso del móvil me he hinchado a hacer fotos sin pararme a mirar si estaban bien o no. Para no entretenerme de todas he hecho varias para luego, en casa, elegir tranquilamente las más artísticas.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Aaaaaaay, que cansada vengo, boba de Coria. No sabes lo dura que es la vida de los jubilados con escasa pensión... Hay que estrujarse las meninges para poder llegar a fin de mes... - Y comer gratis en casa de la vecina. (¡no me pude contener porque me lo había puesto a huevo!)

Debió darse por aludida porque cambió de tema. - ¿Cenamos ya? - No. Antes tengo que ver y escoger las fotos que he hecho. - ¿A las luces de Navidad, verdad? ¡Oooh, que original! - ¿Se está riendo de mi? - ¡Que va! solo me estoy entreteniendo hasta que llegue la cena. A ver las fotos...

Encantada de que alguien, aunque sea la Cotilla, quieran ver mis obras de arte, se las mostré sin sospechar que no eran material para enseñar a extraños.

¡En todas las fotos, buenas, malas, regulares, salía el careto de Pascualita! Bizca perdida, enseñando sus dientecitos de tiburón, sus pelo- algas, su color cadavérico. en fin, Descubriendo a la sirena ante el mundo.

La Cotilla, asustada, dijo: - ¿Esto que é lo que é? - A lo que yo respondí, elegantemente: - ¿Lo cualo, Pascualo? - ¡Este horror!

Pascualita levantó la tapa del termo de los chinos sin que me diera cuenta y su careto se convirtió en un primer plano ¡en todas las fotos! Desenfocadas o no... Bueno, tampoco hay que exagerar porque mis dedos le arrebataron el protagonismo un buen puñado de veces...

La Cotilla se levantó de un salto, blanca como la nieve. Cogió su bolsa y desapareció al trote camino de la escalera. La oí hablar con Bedulio: - ¡Acabo de ver la cara del ánima en pena de su abuelito primero y no podré dormir ésta noche! ¿Me acompañas a...? ¡¿Por qué corres?! ¡¡¡ESPERAMEEEEEEEEE!!!




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