domingo, 15 de diciembre de 2019

La Cotilla no para.

Sonó el móvil cuando aún me hallaba en los brazos de Morfeo. La voz de Geooorge sonó ceremoniosa: - Madame querer hablar. - ¡Y yo dormir, inglés! - Tu escuchar madame. - Que venga a verme más tarde y traiga ensaimadas. - Y colgué. Después metí el teléfono en el cajón de la mesita de noche bajo un montón de trastos. Me di la vuelta y a dormir

Cuando llamaron a la puerta pensé que solo habían pasado cinco minutos pero, en realidad, se trataba de dos horas. Conseguí verlo después de luchar por separar los párpados pegados por las legañas. Luego abrí la puerta. Ante mi estaba el mayordomo de los abuelitos y ¡la Momia!

Sin decir ésta boca es mía, el mayordomo brexitero, entró hasta la cocina donde dejó una buena bandeja de ensaimadas recién salidas del horno.

- Siento haberte despertado tan temprano pero es que yo, después de bailar una hora de samba con mis cubanitos culito-respingones, pierdo la noción del tiempo. - ¿Una hora, bisabuelastra? (estaba admirada) - ¿Cuántos cientos de años tienes ya? - ¿Crees que llevo la cuenta? ¡Yo que sé!

Estabamos sentadas a la mesa del comedor, ante un buen desayuno servido por el mayordomo. Entonces me di cuenta que la mirada curiosa de la Momia recorría la estancia. - Nena... ¿no fue aquí dónde colocaste el orinal que te dejé?

Tragué saliva siete veces seguida, a pique de ahogarme. - Sí... - ¿Dónde está? - Hice, yo también un recorrido circular con la mirada y exclamé asombrada. - ¡No está! Debe ser cosa de la Cotilla. ¡Mira que le tengo dicho que no me coja nada sin mi permiso pero es más tozuda que una mula...!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Holaaaaaaaaaa (la Cotilla se inclinó ante la Momia) -  ¿Tienes mi orinal de porcelana antigua? (había pasado de momia a esfinge y la vecina palideció) - Si... - Espero que no le haya ocurrido nada malo (¡también lo esperaba yo!)

La Cotilla abrió su enorme bolso y sacó el orinal, enterito. - ¿Para qué lo querías? (cerré los ojos) - Para... dar envidia... a unos zoquetes que dicen conocer a gente de mucha alcurnia... Contesté que era imposible porque usted tiene más alcurnia que nadie... Cuando vieron la obra de arte hecha orinal, tuvieron que tragarse sus palabras.

Poco después la bisabuelastra y el inglés se fueron en el rolls royce.

La Cotilla creyó que la había acusado, ante la Momia, de ladrona. Y estaba muy ofendida. - ¡Pero no es cierto! - Ha venido en persona. - Ha sido una casualidad. - ¡Me debes una por no haber dicho para qué lo he usado! - (Huy, pensé, ésta me va a meter en un aprieto) - Dame el broche feo que, a veces, lleva tu abuela. - ¡Pero qué dice! - He apuestado que tiene movimiento y tengo que demostrarlo.

Tragué saliva: - ¿Movimiento? Que mal le sienta el chinchón de buena mañana - Pero la Cotilla no cejó hasta que le entregué el broche. Se lo colocó en la solapa y se fue. Al salir me gritó: - ¿Tarda mucho en ponerse en movimiento? ... ¡Ay, dios mío!


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