viernes, 20 de diciembre de 2019

Dichoso perejil.

Entre Pascualita y yo hemos puesto el Belén en casa. Y el Arbol de Navidad y porque no había más cosas que poner que si no, también.

He colocado el Pesebre en el taquillón de la entrada y en cuanto he puesto el río, de papel de plata por supuesto, la sirena se ha tirado de cabeza ¡Como se puede ser tan borrica!

Cada vez que ponía una figura, fuera de lo que fuera, saltaba desde la maceta de plástico que tengo colgada allí para que haga bonito y verde ecológico, la tía se lanzaba en picado. Al pobre pescador le ha arrancado la cabeza a mordiscos y me he quedado sin peces que brincan y saltan por ver a Dios nacido. Al final me he enfadado porque ha tomado al Angel por un pez volador y todo su afán era cogerlo y comérselo. - ¡¡¡Ya vale, pesada!!!

En lugar de Belén parece cualquier pueblo o ciudad de Palestina arrasada por los israelies. Tendré que componerlo un poco cuando este bicho duerma.

Con el Arbol de Navidad ha sido peor porque, no se me ha ocurrido otra cosa que colgar rosquillas, huevos kinder, crespells y cosas así en lugar de bolas de colores. El olfato, aunque parece que  no tiene nariz, lo tiene muy fino porque ha arrasado con todo.

Mientras he ido a por espumillón a la tienda de los chinos del señor Li, se ha comido todo lo que colgaba, parte del árbolito de plástico y la guirnalda de luces que tocan villancicos. Algún calambrazo se habrá llevado porque tiene los pelo-algas como si le hubieran hecho la permanente en seco.

He estado pensando cómo deshacerme de ella... Y he dado con varias soluciones: meterla de relleno en la pierna de cordero del día de Nochebuena o esconderla en del Roscón de Reyes. Al que le toque ¡paga!

A la abuela, cuando le ha llamado, enfurecida, no le ha gustado que tenga estas ideas. - ¡¡¡PUES LLÉVATELA A TU CASA!!! - "Pónla de Niño Jesús y no se moverá. Le gusta ser el perejil de todas las salsas"

Ha sido mano de santo...

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