domingo, 25 de octubre de 2015

La patada.

Me senté con Pascualita a ver la tele mientras se calentaba la sopa de sobre y la tortilla de patatas congelada. Salían motos. Una razón de peso para dormir una siestecita antes de comer.... Me despertaron varias cosas: los gritos de la abuela, los de la Cotilla, los del vecino de arriba que en cuanto oyó escándalo bajó a ver qué pasaba. La sirena de los bomberos, la escandalera de los vecinos y los gritos de los locutores de la televisión.

Fue un brusco despertar, tanto para mí como para Pascualita que se había quedado traspuesta. Como la sirena había caído entre los cojines del sofá, nadie la vio y pude esconderla en el escote. Quise preguntar porque se había metido una manifestación en mi casa en lugar de ir por la calle, cuando un bombero entró en el comedor a través del balcón. Ahí fue cuando me di cuenta de que olía a quemado. 

Entonces recordé lo que había dejado al fuego. - ¡Mi comida! (grité) - ¡Schiiiiiiist! (dijo todo el mundo llevándose un dedo a los labios) - Y siguieron comtemplando la pantalla del televisor como si les fuese la vida en ello. Luego vinieron los comentarios airados, gritos de ¡tramposo! Hubo quien mentaba a la madre del "tramposo"... Conseguí levantarme del sofá e inmediatamente, otro culo tomó posesión de mi sitio. - Abuela ¿qué pasa? - "El italiano ese le ha dado una patada a Márquez y lo ha tirado al suelo ¡Lo podría haber matado!" - ¿Por qué están aquí los bomberos? - "Que vergüenza que todo un campeón haga estas marranadas" - ¿Quién es toda ésta gente? - "¡No me lo puedo creer! ¡¡¡Dice que es mentira!!! ¡¡¡Tramposooooooo. Huuuuuuuu!!!"

Me abrí paso entre la gente. - Cotilla ¿qué ocurre? - ¡Calla! ¿no ves que estoy "trabajando"? - Esta mujer no desperdicia la ocasión de sacarse unos euros para poder llegar a fin de mes y "límpia" carteras en cuanto tiene ocasión. Tampoco los bomberos me aclararon gran cosa. - ¿Han venido a apagar un fuego? - Señora, no maree ¿Ha visto que guarrada le ha echo al chico?  - Entré en la cocina y me asusté. Habían vaciado un extintor para apagar el fuego y estaba echa unos zorros.

 Algo se movió entre el polvo. Era el vecino de arriba dándole un buen tiento a la botella de chinchón. - ¡¡¡Ya te estás largando de aquí!!! - Estaba tan enfadada por la desfachatez del indivíduo que le tiré a Pascualita. Se agarró al pelo, escaso, del caradura y no paró de morder y tirar hasta que le dejó el cráneo mondo y lirondo, además de hinchadísimo. Parecía un marciano gritando, saltando, moqueando y buscando la salida para esconderse en su casa.

También Pascualita y yo nos escondimos... en mi cuarto, a comer un bocadillo y beber unos traguitos de chinchón hasta que se largaran los okupas que seguían, a grito pelado, comentando lo mismo una y otra vez.

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