domingo, 4 de octubre de 2015

Ya estamos con los cambios.

No es bueno leer el periódico desayunado porque se nos puede agriar el cola cao. Y esto es lo que he hecho, no hacerme ni caso. Entre bocado y bocado de ensaimada, compartida con Pascualita, le leía las noticias y las comentábamos hasta que un artículo me ha desasosegado.

- Mira lo que dice aquí: El nuevo Director de Emaya gana más dinero que Francina, la Presidenta de la Comunidad. ¿Por qué? ¿Para resarcirlo por trabajar con la basura? Debe ser violento contestar a la pregunta ¿De qué trabajas?: Soy el Director de la Basura. Por mucho traje de Armani que lleve, no dejas de ser un basurero con despacho.

La sirena me miró con sus ojos sin párpados. Luego torció un poco el cuello. - Tienes razón. Con el pastón que le pagan ¿Qué importa como llamen a su trabajo? Pero tengo una queja que hacerle. No, Pascualita, no puedo esperar a que cumpla cien días en el cargo. - Entonces entonces sonó el teléfono- Hola, abuela... ¿ahora?... ¿Está bueno?

- No te lo vas a creer, Pascualita. Vienen a buscarnos para ir a ver al Director de Emaya... ¡Pues me va a oír! - La sirena bajó conmigo, en el termo de los chinos, en cuanto vi llegar el rolls royce. Mis abuelitos iban a presentarse al nuevo Director. Aunque no fueran de su cuerda, a Andresito le gustaba rendir pleitesía a los nuevos políticos. - "¿Estás enfadada?" - preguntó la abuela. - Tengo que cantarle las cuarenta al jefe de los barrenderos. - "En este plan no ligarás nunca" - ¡Ni falta que me hace! - "¿Que no? jajajajajajajaja Hace tanto tiempo que no te riegan que te estás arrugando"

Al entrar al despacho, el Director alargó la mano y mi abuelitos se la estrecharon, en cambio yo me mantuve impasible. Asombrado, el hombre preguntó si me pasaba algo. La abuela dijo que yo tenía reúma, de la cabeza a los pies. - No le haga caso. ¿Nadie le ha dicho que los experimentos hay que hacerlos con gaseosa? ¿Con qué derecho elimina el servicio de Recogida de trastos a domicilio? ¡Tengo que tirar un lavavajillas! ¿Qué hago? ¿Lo llevo a hombros hasta el contenedor el día que a usted le salga de las narices? Quédese quieto. Ponga el cazo a fin de mes y disfrute de su sueldazo pero ¡¡¡NO ME TOQUE LAS NARICES!!!

La abuela me aplaudió cuando cerré la boca, sudorosa por el esfuerzo hecho al dar mayor énfasis a mis palabras. Andresito estaba azorado - Nena, un respeto que es el Director. - ¡Lo respetaré cuando deje de marear la perdíz! - Salimos del despacho con el abuelito haciendo reverencia, tras reverencia - Disculpe... disculpe... no sé qué le pasa. - Antes de que la puerta se cerrara a nuesta espalda, me despedí: - Aplíquese a la tarea, Basurero Mayor de la Ciudad. - ¡Nena! - gritó un Andresito, rojo como un tomate.











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