domingo, 13 de febrero de 2022

¿Solo casi?... ¡Ja!

Entró en casa por un descuido de la cristalera que se había abierto de par en par para disfrutar del sol tibio de ese día de febrero. Y lo hizo triunfalmente. De un salto espectacular se plantó sobre la mesa del comedor. ¡¡¡TACHAN!!! 

Su presencia nos espabiló a todos, empezando por los comensales de la Santa Cena, hartos de vino tras una noche de juerga. - ¿Quién es ese? - ¿Un okupa? Pues aqui solo quedan las migas. a ver qué va a comer... 

Pascualita, al verlo, se sumergió hasta el fondo del acuario y se encerró en el barco hundido después de cubrirlo bien con las algas. - No cambiará nunca, (me dije) Que arisca es.

El ojo-catalejo de Pepe enfiló su movimiento pausado hasta el recién llegado y no pareció gustarle lo que vio: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO (dijo mostrando su desagrado) 

El árbol de la calle se sacudió las ramas con fuerza mientras las hojitas protestaban por el trato. - Cuanto más viejo, más pellejo. - dijo la más contestataria.

El recién llegado cogió su guitarra, se puso en pose y pasó los dedos, finos como palillos, por las cuerdas pero... no sonó. Y eso que todos estábamos expectantes, bolas de polvo incluídas. Entonces el intruso lloró ¡En mi casa! ¡Poniéndola perdida de mocos y lágrimas! - ¡Eh, eh! ¿qué confianzas son éstas, jodío (me salió del alma) ¡No me gustas, tío! - Y era verdad ¡No me gustaba!

Se tiró horas llorando el frustrado músico. Al final se durmió y pasamos de él. Acabé abriendo una lata de albóndigas con tomate y cuando rebañaba el plato, sonó la cuerda de la guitarra. ¡Que sorpresa! Pero, en lugar de aplausos solo consiguió abucheos hasta que, avergonzado, se fue por donde había venido y la cristalera se cerró a cal y canto.

- ¡Tanta gloria lleves como descanso dejes! (le grité asqueada) 

A nadie le gusta tener un coronavirus en casa que, encima, es un despistado que toca la guitarra del revés - ¡Anda y que te den!

 

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