jueves, 17 de febrero de 2022

Locura de amor.

Pascualita está a punto de quedarse sin novio porque no para de sobar la hoja de la revista. Le aconsejo que la trate bien, al fin y al cabo, el pibón es el rey del mar. Pero ella va a lo suyo. Tiene un calentón de los que hacen época. Me extraña que no lo haya mordido todavía.

Cuando más la dominaba el frenesí, llamaron a la puerta. Sin mirar si mis dedos peligraban, cogí a la sirena por los pelo-algas, hice molinete y la lancé al acuario del que salió más rápido que entró.

Era la abuela. Menos mal que venía sola. - ¿Y la llave?  (pregunté) - "Estoy taaaan acostumbrada a que me abra la puerta mi mayordomo que no me he acordado de cogerla... ¡Hooooolaaaaaa, mi cosita bonitaaaaaaa! (se refería a Pascualita, claro) ¿No vas a presentarme a tu noviooooooo?

Le hice una seña con los ojos y se lanzó hacia la revista pero la lagarta de la sirena fue muy rápida, cogiéndola y lanzandose con ella, de cabeza, al acuario - ¡Oh, no! (grité)

La abuela no fue consciente de lo que acababa de ocurrir: papel y agua nunca han hecho buenas migas. 

Al no darle la menor importancia siguió a lo suyo. Se quitó el largo abrigo que llevaba, de piel de dinosaurio sintética dijo, para que viera el traje de neopreno, de alta costura, que le habían hecho. Llevaba tantas lentejuelas que me dejó cegata_ "!TACHÁN! ¿Me queda como un guante o no?

Acto seguido escuché un nuevo ¡TACHÁN!, esta vez sobre mi cabeza. Mi primer abuelito, apareció enfundado en un sudario de neopreno rojo pasión. - A quién le queda como un guante es a mi.

¡Vaya dos!

De repente el acuario estalló en mil pedazos. El agua había deshecho la hoja publicitaria y el dolor de la sirena fue colosal. Solo tuve tiempo de coger a la abuela del brazo y a mi primer abuelito del sudario y salimos a escape de casa. - ¡SALVESE QUIEN PUEDAAAAAAA! - grité mientras volábamos escaleras abajo. 

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