jueves, 24 de febrero de 2022

Hace raro.

 Mientras desayunaba con Pascualita en la cocina, se inició una discusión en el comedor. Me asomé a ver de quién eran aquellas voces. Como procedían de lo alto pensé en mi primer abuelito pero no lo vi ni sobre la lámpara, ni en las cortinas, ni en ningún otro sitio. 

Pascualita, sentada en el borde del orinal de rancio abolengo, no le quitaba ojo al cuadro de la Santa Cena. Antes de que yo pudiera miraro, el árbol de la calle tocó los cristales de la ventana con una rama. - ¿No irás a dejarme así, boba de Coria? Abre y podré enterarme de qué tripa se les ha roto a éstos.

Pedí al ventanal que se abriera y no pude por menos que comentar como el que no quiere la cosa: - Luego la Cotilla es otra... - ¡Eh! que no es por cotillear sino para no aburrirme. - ¡Ya!.

Me senté en el comedor. Aquellos hombres barbudos tenían una discusión acalorada con una camarera de la posada donde llevan dos mil y pico de años sentados sin consumir más que pan y vino y diciendo que apunten las consumiciones que ya le pagarán. - Es que se nos fue el Jefe... (decía uno) - Yo tengo la faltriquera vacía. - A mi me dijeron Pedid y se os dará y eso hemos hecho: pedir.

El caso es que la camarera dijo que no se movía de allí hasta cobrar toda la deuda. - En el cuadro no puedes salir. - ¿Por qué lo digas tú? ¿Por qué no tengo barba? ¡Machistas!

Poco a poco el comedor se fue llenando de hojitas que no tenían nada más que hacer. También las bolas de polvo vinieron rodando por el pasillo. - ¡Vamos, que hay cine gratis! - Pepe el jibarizado me llamó desde su estantería de la cocina: - OOOOOOOOOOOOOOO. - ¡Voooooy!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡¿Se puede saber que haces mirando el cuadro con la boca abierta, boba de Coria?! - ¡¡¡AAAAAYYYYYYYYYY, QUE SUSTOOOO, COTILLA!!! - El corazón me salió por la boca, cayó al suelo, rebotó y entró de nuevo a su sitio. - No la habíamos oído llegar, tan metidos estábamos en lo que pasaba en la posada. Y como por arte de mágia todo volvió a su sitio en  un santiamén... Bueno, todo no.

La Cotilla miró el cuadro, abrió la boca, la volvió a cerrar. Un rato después la pillé mirándolo pero, como no decía nada, yo tampoco. Pero si que hace raro ver una camarera allí.

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