miércoles, 23 de febrero de 2022

La Cotilla se cabrea.

 Presidiendo el comedor, entronizado sobre la mesa del comedor, coloqué el orinal aristocrático. Meti dentro algas, arena, el barco hundido, agua de mar hasta casi el borde y a Pascualita. Pensé que le alegraría volver a la que, durante un tiempo, fue su casa. Pero no dio saltos mortales de alegría, cosa que le agradecí porque luego me toca a mi recoger el agua que tira.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡¿No me digas que has puesto, otra vez, el orinal de la familia de Andresito en la mesa donde comemos?! ¡Esto es una guarrada! Esta noche me lo llevaré al trapicheo y dejaremos de verlo para siempre.

- ¡Ni se le ocurra tocarlo! - ¡Dios me libre! Debe tener virus de todos los colores y más antiguos que andar palante. - Ay, no diga tonterías, Cotilla. Además, estamos vacunadas... - ¡De estas antiguallas, no!

- Bueno, pues al orinal no puede ocurrirle nada malo porque la Momia me ha hecho responsable de él. - ¿Por qué si puede saberse? - Supongo que porque, algún día seré la heredera de la Torre del Paseo Marítimo y... - ¿Te lo ha dicho? - ¿Con todas las letras?... No.

Para suavizar el ambiente decidí hacer una comida distinta a los botes de fabada, lentejas o albóndigas con tomate y puse tortilla española con ensalada. Pero la Cotilla, que no estaba para cuentos chinos dijo: - ¿Tampoco sabes hacer una tortilla? - ¿Y ésto que es? (dije con chulería) - Tortilla congelada calentada al microondas. Además, con un orinal en la mesa, no voy a comer. - Y se cruzó de brazos muy enfurruñada.

Como, en el fondo tenía razón, aparté un poco el orinal poniéndolo a un lado de la mesa. Lo hice sin perder de vista a la sirena por si saltaba y tuviera que cazarla al vuelo. Al final no me dio ningún problema... pero sí mi primer abuelito.

Apareció a dos palmos sobre el orinal vestido con un sudario con estampado escatológico, por muy de seda natural que fuera y durante toooooda la comida me estuvo contando, con pelos y señales, la retahíla de personas que sentaron allí sus aristocráticas posaderas y las cosas que hacían en él.

Llevo toda la tarde con el estómago para arriba y para abajo. Hace un ratito me he mirado al espejo y estoy verde fosfi, con ojeras moradas con puntitos amarillos, que me llegan a los pies ¡Aaaayyyyyy, que malita estoooooy y que poquito me quejoooo..!

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