Presidiendo el comedor, entronizado sobre la mesa del comedor, coloqué el orinal aristocrático. Meti dentro algas, arena, el barco hundido, agua de mar hasta casi el borde y a Pascualita. Pensé que le alegraría volver a la que, durante un tiempo, fue su casa. Pero no dio saltos mortales de alegría, cosa que le agradecí porque luego me toca a mi recoger el agua que tira.
- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡¿No me digas que has puesto, otra vez, el orinal de la familia de Andresito en la mesa donde comemos?! ¡Esto es una guarrada! Esta noche me lo llevaré al trapicheo y dejaremos de verlo para siempre.
- ¡Ni se le ocurra tocarlo! - ¡Dios me libre! Debe tener virus de todos los colores y más antiguos que andar palante. - Ay, no diga tonterías, Cotilla. Además, estamos vacunadas... - ¡De estas antiguallas, no!
- Bueno, pues al orinal no puede ocurrirle nada malo porque la Momia me ha hecho responsable de él. - ¿Por qué si puede saberse? - Supongo que porque, algún día seré la heredera de la Torre del Paseo Marítimo y... - ¿Te lo ha dicho? - ¿Con todas las letras?... No.
Para suavizar el ambiente decidí hacer una comida distinta a los botes de fabada, lentejas o albóndigas con tomate y puse tortilla española con ensalada. Pero la Cotilla, que no estaba para cuentos chinos dijo: - ¿Tampoco sabes hacer una tortilla? - ¿Y ésto que es? (dije con chulería) - Tortilla congelada calentada al microondas. Además, con un orinal en la mesa, no voy a comer. - Y se cruzó de brazos muy enfurruñada.
Como, en el fondo tenía razón, aparté un poco el orinal poniéndolo a un lado de la mesa. Lo hice sin perder de vista a la sirena por si saltaba y tuviera que cazarla al vuelo. Al final no me dio ningún problema... pero sí mi primer abuelito.
Apareció a dos palmos sobre el orinal vestido con un sudario con estampado escatológico, por muy de seda natural que fuera y durante toooooda la comida me estuvo contando, con pelos y señales, la retahíla de personas que sentaron allí sus aristocráticas posaderas y las cosas que hacían en él.
Llevo toda la tarde con el estómago para arriba y para abajo. Hace un ratito me he mirado al espejo y estoy verde fosfi, con ojeras moradas con puntitos amarillos, que me llegan a los pies ¡Aaaayyyyyy, que malita estoooooy y que poquito me quejoooo..!
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