sábado, 5 de febrero de 2022

La playa.

 Convencí al autobusero para que contiuara su ruta hacia la playa de Can Pere Antoni y pude sentarme un ratito en cada asiento porque íbamos solos.

Antes de ver el mar Pascualita se puso frenética. - ¿Cómo puede olerlo si no tiene nariz? - Por éste inocente comentario, el chófer frenó el autobús, abrió las puertas y dijo, mostrándome el camino: - ¡Ancha es Castilla!

En la playa había poca gente y nadie, salvo otra mujer y yo, llevaban mascarilla. Me chocó que le abultara tanto pero se me olvidó cuando una gaviota, en vuelo rasante y pico abierto, se echó sobre mi. Pascualita y yo caímos al suelo. - ¡La madre que te parió, pajarraco! (grité)

La voz de mi primer abuelito, que flotaba saltando las olas, me llegó fuerte y clara. - Tranquila, que aquí estoy yo para protegerte ¡Huy, la hojita!

Lo que no consiguió conmigo, lo hizo con el abuelito la puñetera gaviota que se elevó, orgullosa, con la hojita en el pico quien, por cierto, estaba encantada viendo el panorama que se abría a sus pies: el mar azul, la música de las olas, el oro de la arena, las lanchas dibujando rayas con la espuma que dejaban atrás... Le grité: ¡Tírate, jodía!

No hizo falta. A la gaviota no le gustó el sabor de la hojita y la soltó. El viento, que estaba aburridísimo, jugó con ella dando vueltas y más vueltas hasta que la pobre hojita, más verde que nunca, vomitó hasta la primera papilla y puso al viento perdido. 

Mientras yo llenaba las garrafas de agua, Pascualita se arrastraba buscando el camino del mar hasta que tropezó con la mujer de la mascarilla que le dio tal patada a la sirena, tomándola por alguna porquería de las que trae el mar a la tierra, que la estampó contra la pared que separa la playa del Paseoda y quedó noqueada durante unos segundos. Los que hicieron falta para que la mujer se acercase en busca de la zapatilla que había volado con la sirena. Y entonces ésta ¡ATACÓ!

Gracias a eso la tipa se ha hecho famosa en todo el mundo. Cuando Pascualita, furiosa, le arrancó la mascarilla a mordiscos, quedó al descubierto una maravillosa barba con su correspondiente y bien cuidado bigote. Hubo dudas sobre su sexo pero ella lo aclaró todo, llorando a moco tendido, ante las preguntas de Bedulio que pasaba por allí e hizo valer su autoridad como Municipal que es. - ¡La ilusión de mi vida siempre ha sido tener "esto" pero me daba vergüenza! La Pandemia me lo ha "regalado" al poder taparme la cara... ¡buuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaa!... Y ahora... tendré que afeitarmeeeeee.... ¡buaaaaaaaaa!

No le hará falta. La ha contrado El Circ du Solei ¡¡¡TACHAN!!!

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