jueves, 22 de julio de 2021

Aparece uno...

¡La que se lió entre Fumanchú... digo, el señor Li y la Cotilla! Con la escandalera que montaron era imposible que apareciera ninguna de las ánimas llamadas durante la tarde de cachondeo y chinchón. 

El decía que le había robado el juego de la Ouija y ella replicaba que se lo había encontrado en la calle, cerca de la tienda de los chinos, sí, pero en la calle. La discusión llevaba un rato en punto muerto cuando a mi me dio el telele y todos regresaron a sus casas pero la abuela, que se había empeñado en ver a su ex convertido en un dandi, resolvió que, lo mejor era que el juego se quedara en mi casa (que era sitio neutral) y volviéramos todos al día siguiente: - Pelo boba de Colia no estal bien... (replicó el señor Li) - "¡Mañana lo estará!" (afirmó la abuela) 

Y aquí estábamos todos otra vez, en el comedor, esperando que llegue el señor Li que también quiere participar en el juego porque: - Chinos tenel muchos antepasados. - Se presentó acompañado de Bedulio, el Municipal. Me extrañó porque es anti-fantasmas. - ¿Sabes a lo que vienes? (le pregunté) - A detener a la Cotilla por ladrona (dijo muy serio) 

- "Sentémonos y pongamos el dedo sobre el vaso de nocilla... Tu también, Bedulio."

Cuando el Municipal se dio cuenta de lo que significaba aquello quiso levantarse y salir corriendo pero el dedo de la abuela estaba sobre el suyo y apretaba fuerte. 

Mi primer abuelito fue invocado una y otra vez mientras yo miraba la lámpara del comedor. No acudió a la llamada. Sin embargo el sonido del Tam-Tam que salió de la cocina nos puso los pelos de punta. 

La cristalera se cerró de golpe. Los apóstoles de la Santa Cena se volvieron más de yeso que nunca. Las ramas del árbol de la calle se retiraron de las ventanas. El árbol dejó de cantar El brindis de la Traviatta... y se escuchó, sobre el sonido atronador de los tambores el OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe.

Recortándose bajo el marco de la puerta de la cocina, un guerrero jívaro decapitado, llevando en sus manos la cabeza reducida a llavero, nos aterrorizó. - ¡¡¡PEPEEEEEEE!!! (gritamos al unísono) 

Bedulio, Andresito y el señor Li se desmayaron. El vaso de nocilla, con los dedos femeninos del grupo encima, volaba sobre el cartón del juego. - ¡No corras tanto, jodío, que no da tiempo a leer lo que escribes! (se quejó la Cotilla) 

Cuando acabó de correr de parte a parte, yo había escrito: - Holaaaaaa, soy Mamandurria y os saludo desde el Más Alláaaaaa...


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