miércoles, 28 de julio de 2021

Me rio yo de la atracción de la Luna.

 Me ha picado la curiosidad y he vuelto a nadar frente al Edificio de Gesa pero, antes de salir de casa, he tenido una conversaciòn con mi primer abuelito: - ¿Por qué no te vienes a la playa? - No tengo bañador apropiado, nena. - Solo tienes que averiguar quien es el espíritu que habita en ese caserón. - No puedo presentarme ante un desconocido con éstos pingos. - ¡Pero si estás que te sales de elegante! - Lo dices para contentarme y salirte con la tuya ¡Hasta luegoooo!

Mientras rumiaba mi rabia por el plantón del abuelito, llegó la Cotilla: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! - ¿Se viene conmigo a la playa, Cotilla? - ¡Huuuuuy la playa! Hace mil años que no la piso. Eso quiere decir que no se me ha perdido nada por allí. 

Pero yo quería que alguien me confirmara que no solo a mi me pasan cosas raras e insistí. - Pues no tiene ni idea de la cantidad bolsos que quedan abandonados en la arena mientras sus dueñ@s, se están bañando.

Los ojos de la Cotilla hicieron chiribitas. - ¿Quiéres decir que... podrían vaciarlos manos expertas sin que se dieran cuenta? - Me hice la longui: - Eso lo ha dicho usted. - ¡Venga, te acompaño en cuanto me ponga el bikini! 

Mientras, metí a Pascualita en el termo de los chinos. - ¿Vas a llegar "eso"? (el termo) Que raras sois tu y tu abuela. 

Salió de casa con el bikini de los años cincuenta del siglo pasado, un gorro de baño lleno de flores de plástico de colores, de la misma época, Un albornoz corto y sandalias de goma, azules, y con hebilla a los lados. - Vamos en autobús (lo dije a modo de recriminación) - Vale, tu pagas.

La incité para que entrara en el mar y todo el mundo se enteró por los gritos que daba: ¡Que friaaaaaaa! ¡La barriga, la barrigaaaaaaa! ¡¡¡Hay un escalón!!!  ¿Quiéres ahogarmeeeeee!?¡Si me llega el agua a las TETAAAAAAS me muerooooooooo! - ¡Calle ya, jodía! - ¡Aaayyyyyyyy mira como flotaaaaaaan! - ¿Qué es lo que flota? - ¡¡¡MIS TETAAAAAAAAAAAAAASSSSS!!!

La arrastré frente al Edificio de Gesa e, inmediatamente, noté su atracción. Yo nadaba y nadaba y la casa se movía a mi ritmo y no conseguía despegármela. Abrí el tapón del termo y Pascualita salió, asombrada, pero, como me imaginaba, el Edificio también la atrajo y no pudo escapar tampoco de su influjo. En cambio la Cotilla... ¡No estaba! ¿La casa la había ahogado? Sentí remordimientos y temor hasta que su voz me llegó fuerte y clara: - ¿Qué yo quéeeee? ¡En la vida he cogido algo que no fuera mio, cantamañanas!

 

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