domingo, 5 de julio de 2020

El chinchón.

La cafetería El Funeral sigue cerrada por órden gubernativa. Afortunadamente, ninguna de las personas que llenaron el local se contagió. Siendo de altísimo riesgo por las edades avanzadas de la gran mayoría, le ha sorprendido mucho al doctor Simón y se ha interesado, el mismo, en descubrir a qué se debe esto.

Cuando se ha sabido que el doctor, en persona, vendrá a estudiar el caso, todas la mujeras, la abuela y la Momia las primeras, se han apuntado a una lista para poder hacerse selfis con él mantenido las distancias sanitarias y con la mascarilla puesta.

Las peluquerías no dan abasto haciendo permanentes, cortes, tintes de lo más sofisticado. La abuela se ha decidido por el malva con las puntas plateadas y la Momia lleva la mitad del pelo verde fosfi y la otra mitad rubio platino con las puntas negras. Se lo sugirió la abuela y fue dicho y hecho. A su hijo, Andresito, le dio un patatús y tuvieron que ingresarlo en urgencias dos días.

Cuando volvió a casa, en lugar de recibir el cariño de su madre, se encontró con una bronca por haberle dado ese susto por un motivo tan nímio. - ¿Pero no ves, alma de cántaro, que mientras la gente mira nuestro pelo, no ven nuestras arrugas? - El abuelito, abochornado, pidió perdón y reconoció lo avanzada que está la sabiduría femenina con respecto a la masculina.

Pregunté a la abuela si podría ir a ver al doctor Simón. - "No, guapita. La reunión es, exclusivamente, para socias." - ¿No podrías meterme de extranjis? - "¡NO!"

El día de la famosa visita Pascualita y yo saltamos a la rama del árbol de la calle y nos subimos a la primera hojita que se desprendió de ella. Ahora solo faltaba que nos llevase a El Funeral...

¡Pero, no! Abri los ojos sobre uno de los pináculos de la Catedral. Un sitio bastante incómodo. Sin embargo estábamos relativamente cerca de la cafetería. Y como tenían las ventanas abiertas, los nervios a flor de piel, la adrenalina funcionando a tope, me llegaban los gritos de alegría. ¡De repente un clamor acalló los trinos de los vencejos cuando, supuse, que el doctor Simón preguntó cúal había sido el motivo de no haber contagios en el tumulto de la fiesta. El clamor dedía ¡¡¡EL CHINCHÓN!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario