sábado, 25 de julio de 2020

Pepe se ve.

Menuda noche me ha dado Pepe. Supongo que debido al trauma de ser llevado por los aires hasta un nido para servir de alpiste a las crías de los gorriones del árbol de la calle. El caso es que se pasó la noche entera haciendo OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO... Como añoro el tiempo que no decía ni mu.

Para que se callara he puesto una foto suya en su estantería, un poco alejada de él. - Mira, éste eres tú. ¿Has visto que guapo eres? Anda, mírate y calla, coñe. - El ojo-catalejo se movió lentamente buscando la foto. Eso le llevó un buen rato porque todavía no tiene práctica.

Pascualita, sentada sobre el frutero no perdía detalle. Cuando vió la foto, tuvo que enfocar la visión para lo que se tiró más de media hora. La sirena empezó a mover la cola rítmicamente y poco a poco, fue acelerándo. Estaba nerviosa. No me extrañó porque es una polvorilla y Pepe es lento hasta decir basta. De repente la cola de sardina se tensó y en el momento en que saltó a la estantería, también Pepe dio un brinco - ¡OOOOOOOOOOOOOOOOO! - ¡Se había visto en la foto y no se gustó!

Menudo revoltillo de bichos raros se armó allí arriba. - ¡¡¡Suéltalo. No te lo comaaaaaaas!!!

El escándalo llamó la atención de los gorriones más cotillos que se acercaron a ver si sacaban algún beneficio de todo aquello. - ¡¡¡Parad, paraaaaaaaaaaaaaad, jodíos!!!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡¿qué pasa, que pasa?! - ¡La que faltaba para el duro! ¡Nada, Cotilla! Me peleo con los gorriones.

A toda prisa arranqué la cabeza jibarizada de entre los dientes de Pascualita y espanté a los pájaritos. La sirena, ofuscada como éstaba, me mordió el dedo índice de la mano derecha. Tuve el tiempo justo de meter a la media sardina en el bolsillo del delantal, antes de que la viera la Cotilla y antes de que el dedo se pusiera taaaaaaaaaaaaaan enorme que no voy a poder meterlo en la naríz durante bastantes días. Y luego estaba el dolor. Por eso saltaba, lloraba, moqueaba y gritaba como una energúmena hasta que cogí la botella de chinchón y me la bebí casi toda (por que la Cotilla me la arrebató) - ¡Eh! ¿Y yo qué?

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