jueves, 2 de julio de 2020

Bedulio está bien.

- Verás que cosa más rara me ha pasado, Pascualita. Con mi mascarilla puesta, he ido preguntado por el barrio, por Bedulio. Hace tiempo que no sé nada de él y con la Pandemia sobre nuestras cabezas, he pensado que quizás esté malito.

Nadie ha sabido darme razón alguna. Por eso me he dirigido al cuartel de los municipales. Al llegar todo estaba tranquilo. En el mostrador y muy amablemente, dije: - Hola, buenos días ¿Está Bedulio? - Al municipal se le llenaron los ojos de lágrimas y me temí lo peor. - ¡Aaaaaaaay, no me lo digaaaaaa! ¡No me lo diga. No me lo diga. No me lo digaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Y entonces, para soltar el nudo que se había echo en la garganta, aullé: - ¡¡¡BEDULIOOOOOOOOOOOOOOO!!!

En un momento, aquel lugar tranquilo se llenó de uniformes escandalizados. - ¿Qué ha sido eso? ¿El hombre Lobo de París? ¿Un cante jondo? ... - Nadie se fijaba en el guardia que me había recibido y que llevaba un rato señalándome con el dedo como diciendo: - ¡Yo te acuso! - Consideré aquello como un gesto de poca educación y se lo dije: - ¿No sabe que está muy feo señalar, con lo mayor que es usted?

Poco a poco, volvió la calma. El Jefe interrogó con la mirada al guardia. - ¡Ha sido ella! - ¡Acusica! - ¿Pero a qué ha venido ese grito? - Este hombre me ha dado a entender que... Bedulio... - Los ojos del guardia se volvieron a llenar de lágrimas y a mi me temblaron las piernas. - Perdone, Jefe, puede que la culpa haya sido... mía pero... ya sabe usted que no puedo escuchar ese nombre... - ¿Cúal? (dije yo) ¿Bedulio? - ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!! (estalló el guardia) ¡Si es que no puedo, no puedooooooo! jajajajajajajaja

Así supe que Bedulio estaba bien. Y luego dio la casualidad que lo vi cerca de casa. El no debió verme porque, antes de que pudiera llamarlo, dio la vuelta a la esquina a la velocidad del rayo.





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