martes, 21 de julio de 2020

Que trajín.



He pasado por la tienda de los chinos para preguntar por el señor Li pero uno de los empleados, ha dicho no con la cabeza. - ¿No puedo entrar? - Mejol no, boba de Colia. Señol Li quelel hacel contigo lollitos de Plimavera. - ¿Está enfadado conmigo? Que poca correa tiene ésta hombre.

Volví a casa y en el camino me encontré con Bedulio que, en cuanto me vio, se dio media vuelta. Lo llamé y apresuró el paso. - ¡Para, Bedulio, Tengo que denunciar al señor Li. Dice que tengo la culpa de que esté en plan Trípode y no es así!

Una mujer me preguntó si estaba hablando con la pared. - No. con el Municipal. - ¿Qué municipal? (dijo mirando en torno nuestro)

No había ni rastro de Bedulio. He llegado a pensar que, esas carreras que se pega cuando me ve, son porque se entrena para las próximas Olimpiadas.

En casa me esperaba la Cotilla. Estaba montando un gran altar en la salita para el Emérito. - ¿Otra vez? - Voy a poner cuantas velas y velones me he podido agenciar de las iglesias que "límpio" - No creo que le sirvan de mucho, Cotilla. Parece que cada vez está más pringado ... - Cosas más raras se han visto, boba de Coria. Sin ir más lejos, lo de los ordenadores de Bárcenas (¡mi héroe!) rotos, ha salido francamente bien. ¡Todos son inocentes! ¿Ves como funciona lo del altar de los Amigos de lo Ajeno?

La dejé por imposible. Y mientras yo abría dos latas de fabada asturiana para ella y para mi, la Cotilla encendió las velas y a punto estuvo de arder la casa entera.

Mientras lo bomberos recogían la manguera, yo quería matar a la vecina: - ¡¿POR QUÉ, COTILLA, POR QUÉ?! - Para que me lleve con él a su exilio dorado, esté donde esté... ¡buaaaaa!... ¡¡¡QUIERO SER RICAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

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