viernes, 24 de julio de 2020

¡Que calor!

Hace tanto calor que tengo a los gorriones del árbol de la calle, en casa. No paran de entrar y salir a beber agua. Primero probaron la del acuario pero pronto supieron que era de mar. Y fueron al grifo del fregadero. Montaron tal la escandalera que no me quedó más remedio que abrirlo. Fue todo un descubrimiento para ellos. Ahora tengo que tenerlo abierto todo el día y ellos beben y se duchan cuando les da la gana... Cuando me llegue la factura se la llevarè al Alcalde para que pague, por lo menos, la mitad.

 Y mientras mi casa es invadida por los gorriones, tengo que tener la comida escondida porque, el otro día, me desapareció una barra de pan enterita. Ese día me enfadé y cerré la ventana que da al árbol. - ¡A la única ladrona que admito aquí es a la Cotilla!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Pasaba por aquí y te he oído nombrarme (dijo la Cotilla ante mi asombro) ¿Qué pasa? - Estoooo... nada.... ¿está segura que he dicho Cotilla? - Sí, hija. Cuanto mayor me hago, mejor oigo.

Mientras buscaba una excusa se oyeron golpes en la cocina. - ¿Qué es eso? - ¡Ladrones! (grité) - No me quedó más remedio que abrir la ventana para no quedarme sin cristales. Los gorriones entraron en bandada. La mayoría fue al fregadero, otros intentaron entrar en la despensa pero por ahí no pasé. Uno de los hambrientos voló hasta la estantería de Pepe ¡y cogiéndolo por los pelos se lo llevó volando!

No me quedó más remedio que subir a la rama del balcón e ir a por el jivarizado. Cuando lo cogí el pobre estaba un poco magullado por los picotazos. Una hojita se puso a mis pies y no desaproveché la ocasión de salir de allí.

Al abrir los ojos tuve más calor aún. Estaba junto a una pira donde la Inquisición había montado una parrilla en la que se asaban ¡varias personas! Volví rápidamente a casa. Tuve que tomar una jarra de chinchón on the rocks fresquita para quitarme la horrible visión mientras la Cotilla me ponía a parir por no dejárselo probar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario