viernes, 1 de enero de 2021

Hola, 2021.

 - Ya está, Pascualita.  Por fin le he dado la patada en el culo al año 2020! He tirado a la basura  sus restos. Con lo bonito que me pareció cuando arranqué la primera hoja del calendario con esos números ahora hace un año. Pensé que, a partir de entonces, volvería la moda del charlestón y toda la belleza que envolvió aquellos locos y maravillosos años veinte.

Incluso saqué del cantarano de la abuela un vestido genuíno de aquella época que guarda allí. Me queda ideal. Con unas pluma, largos collares de perlas, flecos y sedas. Y la música... : ¡Son tantos negros los que han veniiiiido para enseñarnos el charlestón. Y las mamás, se ven morás, para evitarnos ir al bazar... - Ahora me doy cuenta de que no son políticamente correctas éstas letras alocadas, alegres y divertidas ¿Tú cómo lo ves?

La sirena no las ve de ninguna manera porque hace un siglo debía estar en el fondo oscuro del mar. Y oscuridad es lo que esperaba a la gente después de aquellas benditas locuras donde los artistas crearon belleza hasta que una nube tan negra como el fondo del océano, cubrió el mundo entero. Y lo hizo dos veces matando a millones de personas, como está haciendo ahora el coronavirus del que nadie está a salvo.

Ha llegado la vacuna: el séptimo de caballería de las películas del Oeste americano. Ha sonado la trompeta y en los cines la gente aplaude a rabiar como hacíamos entonces. Son los mismos perros que ladraron en aquellos lejanos años veinte, con distinto collar.

De repente, una pareja enamorada, baila sobre la mesa del comedor: la Momia y mi primer abuelito se han encontrado en un remolino de viento frío y protegidos por el árbol de la calle, han entrado en casa por la ventana de la cocina. La música del lejano charlestón los envuelve y ellos ríen dejándose llevar por ella.


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