viernes, 22 de enero de 2021

La Hortensia.

 Se fue Filomena dejando un recuerdo imborrable a su paso y acaba de llegar Hortensia. ¿Las hemos llamado a éstas dos tiparracas? No. 

La Filo y la Horte, vaya dos pájaras. Vienen encabronadas de a saber dónde y la pagan con quienes se les cruzan en el camino. Y hay que temerlas porque se gastan un genio que tiemblan los cimientos de la Catedral.

Hoy la Horte se ha paseado por Mallorca como Pedro por su casa ¡Cualquiera le tose a la energúmena! 

Un repiqueteo en los cristales del balcón ha bastado para que la vidriera se abriera de par en par. - ¡Nena, tengo miedo! (ha gritado el árbol de la calle) - ¿No será de mi? jajajajajajaja (me he levantado de buen humor, qué le vamos a hacer) - La Horte está llegando a Palma... Me lo ha dicho un gorrión al que le ha costado Dios y ayuda, regresar a su nido. - ¿Quién es esa? - ¡La prima hermana de la Filo!

Acabando la frase, el árbol fue sacudido por un viento huracanado, acompañado de un espeso telón de agua caído de las nubes al vaciar éstas el excedente de sus tripas. 

- ¡La madre que...! ¡Ciérrate cristalera! - No se hizo de rogar mientras, aterrado, el árbol se agarraba con fuerza a la barandilla del balcón. - ¡Ayudaaaaaaaaaaaaaaa! 

Las hojitas que arrancó el viento y metió en casa, se arremolinaron a mis pies queriendo besarlos por no dejar que se las llevara a la Conchinchina.

Tras los cristales vi como otros árboles eran partidos en dos, o arrancados de cuajo y estrellados contra las paredes. La Cotilla, con el paraguas abierto, volaba subida a una fortísima corriente de aire. - Le dije: - ¡Adios, María Sarmientoooooooo!  

Pascualita, desde mi escote, también la despidió sacudiendo un kleenex como si pidiera sus orejas. 

Cuando la Cotilla desapareció en la vorágine del tornado, la sirena y yo brindamos con chinchón: - ¡Por fin libres!


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