sábado, 16 de enero de 2021

Pascualita curandera.

 El frío del invierno, la humedad, el encierro en casa por culpa de coronavirus... todas éstas cosas han reactivado con fuerza el asma de la abuela y le ha faltado tiempo para venir a buscar lo que, para ella, es el mejor remedio: Pascualita.

Sonó el teléfono. Era Geoooorge: - ¡Hola, europeo! (le dije) Ay, no. Perdona, no me acordaba que eres solo inglés. - Mi no tener risa. Madame decir que tu bajar a rolls royce "aquello" - ¿Qué es "aquello"? - Mi no saber, boba de Coria. - ¡La madre que te parió! - Tu bajar con mascarilla.

En cuanto colgué deduje que "aquello" era la sirena. Llamé al móvil de la abuela. - ¡Estás loca! Pascualita no convive contigo. Está prohibido juntarse. - "Se trata de persona no de peces" - El trozo que tiene de persona no puede juntarse con vosotros ¿no te enteras, abuela? 

Se la notaba fatigada. - Le pondré... mascarilla... bájala ya... ¡Corre!...

A regañadientes metí a Pascualita en el termo de los chinos, luego cogí la escoba, la mascarilla y bajé a la calle. Colgué el termo del palo de la escoba y así se lo hice llegar a Geoooorge. - No hacer falta palo (dijo el ceñudo mayordomo) - Es por si tienes la mutación inglesa, titi.

Ha pasado una semana en la Torre del Paseo Marítimo y Pascualita ha vuelto gorda como una morcilla. La abuela le ha dado de comer de todo. Ahora no entra en el termo de los chinos. La ha devuelto metida en una cajita con agua, un montón de algas, tapada y envuelta en una toalla para que Geooorge no la viera.

He tenido que ponerla a plan. Ni siquiera da saltos mortales. Es un puro rollito de primavera cebado. A ver cómo arreglo yo ahora este desaguisado.

Eso sí, el asma de la abuela ha mejorado muchísimo.


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