martes, 26 de enero de 2021

Veinte euros.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! Nena, lo que te voy a decir es una cosa puntual. Vamos, que no creas que te lo voy a repetir ¡ni así pasen cien años! - Mientras hablaba se retorcía las manos, miraba al suelo... - Nunca pensé que me escucharía diciéndote éstas cosas...  ¿Qué cosas, Cotilla? - Ay, no me atosigues, leñe... Dame chinchón para que me entone un poco que así, a palo seco, puede que las palabras se me atasquen.

Tomamos unas cuantas copitas. Después la Cotilla carraspeó varias veces. - ¿No tendrá usted el coronavirus, por casualidad? - Si lo tuviera ya lo habría vendido... ejem. Bueno, pues... eso. He pensado que alguna vez, no más de dos, durante todos éstos años habrás tenido... rjgfv ... Hala, ya lo he dicho. 

- ¿En qué idioma? ¿arameo, suajili...? - ¿Estás sorda? - A ver, repítalo. - ¡Sí, hombre! con lo que me ha costado soltarlo. - Rabiosa, me llevé la botella ¡y ya está bien de chinchón!

- ¡Vale, lo repito pero pon la oreja, jodía! decía que habrás tenido r.a.z.ó.n. - ¿He tenido erre, a, zeta, o, ene? ¿Jeroglíficos a éstas horas? ¡Vamos, anda!. 

La Cotilla, enfadadísima, se encerró en el cuarto que fue de la abuela y ésta vez si que hablaba en arameo ¡a gritos!

Mi primer abuelito, desde lo alto de la lámpara, lo había visto y oído todo y me lo tradujo. Yo no daba crédito y me encaré con él. - No tienes ni idea de lo que ha dicho... ¿Seguro? ¿Que he tenido RAZÓN alguna vez? jajajajajajaja ¡No te invito a chinchón porque eres un fantasma y me pondrás el suelo perdido!

Dos horas después salió la Cotilla con cara de haber dormido la melopea. - Ya sé que ha dicho ¡Que he tenido razón alguna vez! Me lo ha traducido mi primer abuelito ... - ¡Lagarto, lagarto! (dijo la vecina, asustada) - ¿Sobré que he tenido razón? - En que, a penas has ganado nada conmigo pero, ésta tarde te daré veinte euros. Además de dejarte la casa más amplia. - ¿Me los dará por la cara? - Sonó el interfono. La Cotilla, rápida como el rayo, abrió y dos tipos fortachones entraron en el comedor y se llevaron ¡el acuario con Pascualita dentro! 

Fue todo tan rápido e imprevisto que no supe reaccionar. - ¡Toma, viente euros! - y la vecina desapareció escaleras abajo.

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