miércoles, 13 de enero de 2021

Adios al frío de las narices.

 El frío de las narices se ha instalado en casa. Al levantarme ésta mañana no me acordaba de él pero, ha sido entrar en el comedor y ahí estaba, con sus cientos de narices, cual berrugas, en su cuerpo por las que exhala aire helado.

Mi primer abuelito, al que no le guta el frío, me ha mandado un mensaje vía voz de ultratumba, avisándome que, hasta que vuelva el calor, él estará desaparecido... Con lo que le gusta aparecer.

El agua del acuario de Pascualita estaba helada y ella azul, que es un color que no le pega nada con su piel de ahogado. Mientras calentaba agua para sustituir el hielo, pensaba en cómo librarme del frío. Y la cosa era urgente porque el algua del acuario se helaba de nuevo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Brrrrrrr ¡que frío hace aquí! Me voy a la calle que se está mejor pero antes dejaré ésto que me he encontrado, en mi cuarto. - Dirá "de tu abuela" - ¿De mi abuela? ¿estás tonta? - Mi abuela. - Mi abuela no vivió aquí, boba de Coria... Media hora estuvimos así.

Tuve que dejarla por imposible y cambiar el hilo de la conversación: - ¿Qué se ha encontrado ésta vez? - Escobas - ¿Una escoba? . ¡Que va, unas cincuenta. Y pesan! - ¿A quién se las ha mangado? - Cree el ladrón que todos son de su condición (tuvo la santa barra de decirme) Estaban tiradas en una acera. Solas. Sin nadie que las vigilase y, oye, para que se las lleven otros, me las llevo yo - ¿Y no había ninguna tienda cerca? - La del señor Li, pero más para allá...

Todavía no sé cómo pudo trajinar tanta escoba una mujer tan vieja como la Cotilla. Debió leerme pensamiento porque dijo: - Si te costase llegar a fin de mes tu también harías virguerías.

Miré por la mirilla de la puerta de la calle por si había chinos en la escalera. No me extrañaría que la mafia china siguiera sus pasos.

- ¿Qué hará con tanta escoba? - Trapichear con ellas. Van muy bien para quitar la nieve de las calles... - Aquí no hay. - Quitar telarañas... ¿qué, no dices nada? Y para barrer como antiguamente. - Cogió una de las escobas y barriendo, barriendo, le arreó un escobazo al frío de las narices (a pesar de no verlo) que la cristalera del balcón tuvo que abrirse con urgencia porque salió volando. 

Ahora en casa se está bien. Mi primer abuelito está sentado en la lámpara del comedor con un sudario dorado que envidiaría la abuela. Pascualita disfruta de su agua caliente y Pepe grita OOOOOOOO cada vez que escucha el CHOF cuando Pascualita se tira en plan bomba.

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