jueves, 21 de enero de 2021

El cucú.

 Esta mañana me ha despertado el canto acompasado del cucú. Y me ha alegrado el día. No es lo mismo abrir los ojos con las voces de la abuela o la Cotilla. O sobrecogida por la piel, fría y mojada de Pascualita reptando por mi espalda. ¡Vamos, hombre, no hay color!

Mientras desayunaba con Pascualita, el cucú sonaba cada dos por tres. Y yo, encantada pero cuando llevábamos así una hora y, encima, Pepe soltó su OOOOOOOOOOOOO para acompañar el canto, me pareció que aquello ya pasaba de castaño oscuro. Y más oscuro se volvió el castaño cuando recordé que en casa no hay ningún reloj de cucú.

Abrí la ventana y me encaré con el árbol de la calle. - ¿Tienes un cucú viviendo en tus ramas? - ¡Que va! además, no lo aceptaría porque nos iba a tener cronometrados todo el día y ésto no es un cuartel.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! - La Cotilla salió del antiguo cuarto de la abuela, con las legañas puestas. - ¿Ha dormido aquí ésta noche? - Si, porque hemos cambiado el horario del trapicheo para poder trabajar aunque, no es lo mismo hacerlo de noche o de día. - ¿Qué tendra que ver? - Pues que de día se ve todo y, de noche, todos los gatos son pardos y se puede meter gato por liebre a los despistados. - Menuda pájara está hecha. Por cierto, ¿la ha despertado el cucú? - No. ¿acaso tienes uno? Ayyy, boba de Coria, hoy has empezado pronto con el chinchón.

Pero sí que había un reloj de cucú en casa, solo que estaba sobre la lámpara del comedor haciendo compañía a mi primer abuelito. - ¿Se puede saber qué haces con eso ahí, además de darme dolor de cabeza?

Telepáticamente, me dijo: - He pensado que un monóculo hace buena pareja con un reloj de cucú. - ¿Y no puedes silenciar al pájaro? - No, porque es el alma de mi amigo de la infancia al que siempre le gustaron éstos relojes y, por bueno, lo han premiado así. - ¡Vaya por dios, me ha tocado la china!




No hay comentarios:

Publicar un comentario