domingo, 10 de enero de 2021

Tanto tienes, tanto vales.

 La calle de mi casa es una verbena. A las luces de Navidad que adornan el árbol de la calle, he añadido farolillos chinos de la tienda del señor Li. Y luces intermitentes, de colorines, en el balcón. Es todo un espectáculo. 

Los vecinos se paran a mirar con una sonrisa de oreja a oreja. - ¿Os gusta? - pregunté a unos que miraban con la boca abierta. - Sí, pero vas atrasada. Navidad ya ha pasado. - Aún queda San Antonio, San Sebastián y San Honorato. - Este año no se van a celebrar - ¿Por qué? - Por el coronavirus.

Mira, fue mentármelo y subirme la bilirrubina: - ¿Y qué hago ahora con la panceta, los botifarrones y la sobrasada que he comprado para asarlos en los foguerons? - Tampoco habrá. 

La Cotilla, desde dentro de casa me tiró del brazo y por poco lo arranca. - ¡Quieta! - ¿No te da vergüenza hacer el ridículo de ésta manera? - Solo son unas luces... - No es eso. Es que teniéndome a mi a mano ¿por qué preguntas a los demás? - Tiene razón, Cotilla... perdone.

La vidriera del balcón cerró deprisa para que no se fuera el calor. Hay que ver la querencia que tiene con salir al exterior. En cuanto ve un resquicio el calor se esfuma. - ¡Vale ya de moverte tanto! Eres un culillo de mal asiento.

Algo mohíno, el calor se sentó junto a la estufa a esperar otra oportunidad, mientras la Cotilla me explicaba qué podía hacer con la carne de las no-fiestas. - Me lo das a mi y lo venderé en el trapicheo. De lo que gane te daré la mitad... - ¡¿Cómo?! La que se ha gastado los cuartos soy yo. - Y quien volverá a ponerlos en el mercado seré yo (dijo la vecina, señalándose) - Prefiero comerlos antes que perder dinero. - Así nunca serás rica, boba de Coria. Y si no eres rica ¿quién se acercará a ti para hacerte un bisnieto? 

La miré, compungida. - O sea que ¿la pela es la pela? - Equilicuá, alma de cántaro. - Bueno, vale. Me conformo con la mitad...

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