Recompuesto el árbol de la calle, todo verdor y alegría, ésta a cuenta de los muchos gorriones que volvieron a sus nidos. Llevan dos días parloteando entre ellos sin parar. El miedo ha dado paso a la tranquilidad. ¡Y he podido dormir sin oír el castañeteo de los dientes de madera del árbol!
Con la normalidad me vino una pregunta a la cabeza: - ¿El Alcalde ha amnistiado al platanero? ¿O tal vez, le da largas para que se confíe y darle matarile cuando menos se lo espere? Todo esto me tuvo en un sinvivir durante media hora... porque me dormí viendo nadar, pausadamente, a Pascualita en la pila de lavar del comedor.
Un ¡¡¡PAPAM!!! contra el suelo me espabiló: - ¿Qué ha sido eso? (pregunté al ánima de mi primer abuelito que pasó volando a cinco centímetros de mi cabeza) - La sirena ha saltado a por uno de los comensales de la Santa Cena y ha herrado el tiro.
La medio sirena yacía en el suelo dentro de un gran charco de agua. Un poco más allá, el comensal de las treinta monedas, lloriqueaba asustado. - ¡El monstruo ese me ha querido comer! - ¿Qué hacías fuera del cuadro (le pregunté) - Quería... ¡snif!... ver lo que hay ... ¡snif!... dentro de la pila de lavar ... - ¿No sabes que la curiosidad mató al gato? - No, no lo sé porque apenas hago vida social...
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