jueves, 15 de septiembre de 2022

Pompilio.

 El cajón donde guardo los calcetines estaba abierto y tuve un presentimiento que se confirmó: ¡Pompilio había estado allí! De mis catorce calcetines solo quedaban siete.

Un chorro potente de voz salió de mi garganta como si fueran las trompetas anunciando el día del Juicio Final: - ¡¡¡P.O.M.P.I.L.I.O.O.O.O.O.O.!!!

Incluso mi primer abuelito se presentó a ver qué pasaba. Venía envuelto en un sudario de seda fina emulando a la bandera de Inglaterra, ahumada por el humo de miles de tazas de te. - Esta voz me recuerda a la de mi tio abuelo Venancio, que era pregonero en su pueblo por el vozarrón que tenía. Dime qué pasa que tengo que volver enseguida al Más Allá porque estamos celebrando la llegada de la nueva. - ¿La Reina? - Si, hija. Ya no sé las tazas de té que me he trajinado. Menos mal que no tengo cuerpo porque, con tanta agua caliente necesitaría dodotis súper absorbentes para evitar fugas. - Me han robado ¡siete calcetines!

Me miró, suspiró y dijo la famosa frase de la abuela: - Que cruz tengo contigo. - antes de desaparecer.

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