lunes, 26 de septiembre de 2022

Llega el Jefe.

 Desde lo alto del aplique de la entrada, mi primer abuelito se reía de los temores de Bedulio, - Nena ¿le doy un susto ahora? - Nooo. Déjalo, pobrecito... jajajajajaja 

Con ojos desorbitados y la cara demudada, el Municipal preguntó con un hilo de voz: - ¿Con... quién ha.. hablas...? - ¿Con quién va a ser? jajajajajaja ¡Quiere darte un susto el muy jodío! - No necesitó nada más para darse la vuelta y bajar la escalera saltando los escalones de cuatro en cuatro.

Poco después llegaron más municipales con el Jefe a la cabeza y más cabreado que un mono. - ¿Es esta la casa del crimen? - No, señor. - Porque usted lo diga. Todos los indicios apuntan a que sí... ¿Y Bedulio? (preguntó, no muy convencido) - Échele usted un galgo, Jefe. 

Me apartó del portal y entró en casa dando grandes zancadas. - ¿Dónde está la occisa? (preguntó como en los tiempos de Iron Said y su silla de ruedas) - ¿Mande? - La víctima. - Si se refiere a la Cotilla, está durmiendo la mona. - Eso lo dirá el forense. - Y siguió pasillo adelante hasta el comedor-

Un murmullo a mi espalda hizo que me volviera: en el rellano ya no cabían más vecin@s que  exponían sus teorías sentando cátedra. Incluso una me preguntó: - ¿Cómo ha sido? - Con las tijeras de podar palmeras (contesté)

Al final el Jefe dio con la Cotilla que, apestando a chinchón, dormía plácidamente en la cama que antes fue de mi abuela. De repente el municipal soltó un alarido que me sobresalto, igual que a l@s vecin@s que entraron en tropel en el cuarto, dieron una somera ojeada al cuerpo de la vecina y gritaron todos a la vez: - ¡¡¡¿Y ESA PECHUGAAAAAA?!!!

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