martes, 6 de septiembre de 2022

El juicio.

Al salir de mi cuarto me he dado de bruces contra un enorme bulto que me cerraba el paso hacia el cuarto de baño, que es la primera visita que hago todas las mañanas porque, si no me despejo los ojos de legañas voy cegata por la vida.

El golpe no ha sido traumático porque he dado en blando pero, inmediatamente, me ha dado un exagerado ataque de tos. - ¿Qué es esto? (pensé, porque no podía hablar) - Pero sí que podían hacerlo l@s vecin@s quejándose de que, ni toser sabía hacer finamente y despertaba a toda la finca.

Conseguí zafarme de la mole que, por cierto, olía a polvo que tiraba de espaldas, lavarme la cara y ver la sorpresa que me esperaba en el pasillo: ¡Era un compendio de bolas de polvo! Unidas unas a otras formaron un gran ovillo que me persiguió por toda la casa hasta llegar al balcón. La Cristalera abrió, pasé y ante mi estupor, me vi "encerrada" en él.

Aquello era un complot. Pascualita, desde el borde del acuario, me mostraba su peligrosa dentadura. Los comensales de la Santa Cena daban golpes de queja sobre la mesa haciendo saltar las migajas de pan, fosilizadas desde hace más de dos mil años y cargándose algún que otro plato al caer encima. 

¡Todos estaban en pie de guerra contra mi! ¿Por qué? El árbol de la calle, dijo (muy listo él) : - Escucha las quejas de las bolas y lo entenderás. - ¡Como si no tuviese otra cosa que hacer, ja! - Entonce no saldrás del balcón (dijo la mosquita muerta de la cristalera)

Y el gran ovillo polvoriento, habló: - ¡Nos pisas! - ¿Perdón? - ¡Nos pisas continuamente y te quedas tan campante! - Siempre he pisado a las bolas de polvo... - ¡Pues eso se tiene que acabar. No somos felpudos! - ¡Ya estamos complicando la vida al prójimo! ¿Qué hacemos entonces? - Que lo resuelva del Arbol de la Sabiduría. (dijo, solemne, el gran ovillo) - Y el bocazas del árbol de la calle, habló señalándome: - Tu caminarás siempre por la derecha y vosotras por la izquierda. Y a quién Dios se la de, San Pedro se la bendiga y quien no esté de acuerdo hayá cada cual con su cada cuála. ¡He dicho! - Y se quedó tan pancho.

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