jueves, 1 de septiembre de 2022

Por lista.

Cuando el árbol de la calle me ha visto, desde la ventana de la cocina, coger la bolsa de basura  (¡Pero si es que estoy vigiladísima por tierra, mar y aire, puñetas!) me ha dicho que no coopero con la salvación del medio ambiente y, por el tonillo que ha empleado, solo le ha faltado ponerse en jarras.

- ¡Ya lo creo que sí! Mira, la tengo repartida en varias bolsas: la verde para el cristal, la amarilla para... - Esas puedes bajarlas cuando quieras. Pero no bajes la orgánica a las 10 de la mañana -  He intentado protestar pero todos en casa, desde mi primer abuelito que se aparece cuando menos me lo espero, a los comensales de la Santa Cena y todos los demás, señalaban con dedos acusadores a la bolsa negra llena de la clásica basura que llevaba en la mano: - ¡¡¡¿Y ESTO QUE ES, BLANCAFLOR?!!!

Pepe el jibarizado no señaló porque no tiene con qué pero no se quedó atrás en su protesta: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.

Pascualita esperó que me acercara a la mesa de la cocina para saltarme encima desde su taza de cola cao, donde permanecía agachada para atacarme. Lo primer que vi llegar fue la dentadura de tiburón, me agaché y la sirena fue a parar a la rama del árbol de la calle más cercana. - Hale, ahí te quedas a pasar calor ¡lista!

Y yo, sintiéndome la reina de Saba, más lista, incluso que Salomón, cogí la bolsa y bajé la basura a deshora... Diez minutos después subí a casa con una multa de ¡300 euros! en el bolsillo de la bata que me puso Bedulio.

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