miércoles, 7 de septiembre de 2022

Buscando el momento oportuno.

Desde que sé que la Cotilla guarda en su casa un calcetín con sus caudales no veo el momento de entrar en su piso. Además, Pompilio me está acuciando, noche y día, para que lo haga ¡ya! Ha llegado a subirse a mi cama y sentadito junto a mi oreja decirme: ¿A qué esperas, boba de Coria?

Esa noche estuvo a punto de desaparecer del mapa el pequeño ladrón de calcetines porque, dormida y todo, no podía consentir esa falta de respeto y le arreé tal sopapo que acabó estrellado contra la persiana de la ventana de mi cuarto. Cuando lo descubrí al día siguiente pensé que era un insecto algo perjudicado, quizá en un duelo amoroso pero no. Fijándome bien reconocí a mi Pompilio al que, unas gotitas de chinchón en su diminuto gaznate, revivieron. Como penitencia por mi agresión, tuve que escucharle cantar, tooooooooodo el día Asturias, patria querida. 

Los demás personajes aún no me han perdonado.

¿Será posible que la Cotilla sospeche algo? ¿Tal vez yo hablo en sueños? Ha cogido la costumbre de venir a deshoras cuando, hasta hace poco, era puntual como un reloj suizo en sus entradas y salidas del edificio.

¿Y si la siguiera en sus andanzas? pero qué excusa le doy a mi jefe... porque a la abuela ya la he "enterrado" dos veces y a la bisabuelastra voy por la quinta vez. 

Cuanta razón tienen quienes dicen que para ser un buen mentiroso hay que tener buena memoria...

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