jueves, 29 de septiembre de 2022

Me tienen contenta.

Nada, que la abuela no se baja del burro. No quiere un padre forense para su bisnieto, por más que le he explicado que un chollo así solo se encuentra una vez en la vida. Me tiene contenta.

También la Cotilla se está luciendo. Ya la he echado varias veces y se ha ido, pero como tiene montones de copias de la llave de casa, vuelve cuando le da la gana. 

Lo que más rabia me da es cuando presume de tetamen delante de mi. Que si mira que preciosidad tengo y tu no. Imagina como las tenía tu edad. Y que si patatín, que si patatán. Tengo la cabeza loca y la culpa, toda la culpa, la tiene Pascualita. 

Le he soltado un sermón sobre qué lugares del cuerpo de la Cotilla debe morder: ¡todos! excepto ¡las tetas! pero ha sido como si le hablara a una pared. Mientras yo hablaba ella parecía canturrear, cosa que después mi primer abuelito me confirmó porque se entiende con ella, en el buen sentido.

Así que se me ocurrió coger a Ataulfo, el pececito de la vecina, enseñárselo a la fiera corrupia de la sirena y decirle: Si quieres merendarte a Ataulfo ¿dónde no debes morder a la Cotilla? Después me señalaba el pecho y el de la medio sardina hasta que, por fin, lo ha hecho ella solita.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa? ¡¡¡¿QUÉ HACES CON ATAULFO EN LA MANO?!!! 

¡Que susto, que susto, que sustoooooo me ha dado la condenada Cotilla! Por otro lado, menos mal que ha venido porque el pobre pececito llevaba uno ratito fuera del agua y estaba dando las últimas boqueadas

La excusa que puse fue pobre: - Iba a hacerme un selfi con él...  

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