viernes, 7 de octubre de 2022

Que a gustito me quedé.

La araña ha sido felicitada por todos porque el gorrito que ha tejido para Pepe el jibarizado, es un primor. Se lo he colocado delante de un espejo, siguiendo una costumbre ancestral que viene del tiempo de los antiguos egipcios y, para sorpresa de todos, ha lanzado un: - ¡¡¡OOOOOOOOOOO!!! - felicísimo. 

Quien ha triunfado ha sido la araña, y por todo lo alto porque los grandes modistos que están en el Más Allá le han hecho un montón de pedidos para sus nuevas colecciones.

Mientras la araña engordaba su ego, pasando de ser un bicho humilde y trabajador, a una celebridad de esas que no hay quien les tosa. Mi envidia crecía a la misma velocidad. Sería por eso que el árbol de la calle me miraba con preocupación y susurraba bajito: - No, nena, no...

Se desató la tragedia cuando uno de los comensales de la Santa Cena le pidió que le hiciera un gorrito a lo que la araña, ese bicho repelente, después de mirarle las manos y ver que no era el que lleva la bolsa con las treinta monedas, rechazó el encargo diciendo: - ¿Gratis? ¡Vamos, anda! - Entonces puse el pié sobre ella !y la chafé! Uf, que a gusto me quedé.

Tuve que aguantar críticas demoledoras por parte de los gurús de la moda. Incluso mi primer abuelito echaba chispas peligrosísimas. - ¡No querrán hacerme más sudarios por ser familia tuya! Además, la envidia es un pecado de los gordos, de los que te cierran las  puertas del Más allá. - Pos bueno, pos vale, pos me alegro. (repliqué mientras barría los restos de la petulanta araña)

 

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